Una mujer pasa por debajo de una bandera palestina con la leyenda "Gaza libre". EFE/Valdrin Xhemaj/ARCHIVO

Bombardeos, hambruna, enfermedades y un litro de agua diaria por persona: la vida en Gaza

Málaga (EFE).- Bombardeos, hambruna severa, enfermedades, solo un litro de agua diaria por persona, violencia, hacinamiento, desesperación y miedo, así es la vida en Gaza, y en el norte peor que en el sur, según describe el coordinador de Logística de Médicos Sin Fronteras (MSF), Alfonso Artacho, que acaba de llegar de allí.

Encargado de tareas de infraestructuras como el suministro de agua o la seguridad de los equipos, este arquitecto técnico residente en Málaga ha relatado que el nivel de sufrimiento que ha visto en la población no lo había percibido antes en los 18 años que lleva trotando por el mundo de emergencia en emergencia.

«Nadie duerme una noche seguida» porque los bombardeos son continuos, ha explicado, para añadir que «en el norte se muere gente, hay hambruna severa», mientras que en el sur no hay malnutrición severa y la población logra sobrevivir porque la poca ayuda humanitaria se queda en Rafah al ser saqueada tras cruzar la frontera.

Han detectado en la Franja de Gaza multitud de enfermedades infecciosas, cutáneas y respiratorias además de diarreas, a consecuencia de la falta de suministros médicos y de atención e instalaciones sanitarias tras haber sido bombardeadas, explica el delegado de MSF en Andalucía, Carlos Bustamante.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) fija un objetivo de 20 litros de agua por persona y día en situaciones de emergencia y en Gaza no se llega a un litro por la falta de capacidad de distribución ante la destrucción parcial de infraestructuras.

Asaltos por desesperación

A ello se une la limitación derivada de la ausencia de camiones y de combustible para su funcionamiento, por lo que el suministro debe ser «garrafa a garrafa» y los vehículos son asaltados por la desesperación de la población, indica Artacho.

La Franja de Gaza tiene una extensión similar a Málaga capital y una población de 2,2 millones de personas. Más de 1,5 millones de ellos desplazados al sur, en Rafah, donde antes vivían 300.000.

Eso da medida del hacinamiento que hay y las condiciones de vida infrahumanas. Viven bajo «trozos de plástico y cuatro maderas, no hay suelo» y encima ha hecho mucho frío.

Escasez de todo, los medicamentos entran con cuentagotas, hay violencia en las calles. Y «se percibe el miedo en todas las personas» ante los bombardeos diarios.

Rafah, al lado de la frontera con Egipto, es el único punto de entrada de mercancía. Antes llegaban unos 500 o 600 camiones al día y ahora en la mejor jornada son un centenar. Justo al pasar la frontera, son asaltados «y en un minuto no queda nada».

El norte sin ayuda

Y al norte no llega ayuda humanitaria, no hay alimentos, las condiciones son más severas. Médicos Sin Fronteras ha intentado llegar allí, pero no les dejan moverse.

En esa zona no quedan infraestructuras sanitarias y en Rafah hay pocas. MSF apoya en el sur una clínica y ha construido otra, entre ambas atienden a un millar de personas al día, y han creado una Maternidad.

Se estrecha el cerco y la población no sabe hacia donde ir. A todo ese panorama se suma algo menor entre tanta cosa: el olor a basura que impregna el ambiente.

Mañana se cumplen cinco meses del conflicto de Gaza con una situación dramática, no sólo de hambruna. Más de 30.000 gazatíes muertos y 72.000 heridos según Médicos Sin Fronteras. Exige el ‘alto el fuego’ inmediato y permanente como única forma de introducir la ayuda humanitaria necesaria.

Que cesen al menos los ataques a infraestructuras médicas, personal sanitario y civiles. Y que los Gobiernos influyentes presionen al de Israel para ese ‘alto el fuego’. EFE