María Tajadura | (EFE).- El videoclub García de Jaén, el segundo más antiguo de España de los que todavía permanecían abiertos, cierra sus puertas después de 43 años. Lo hace y tras contabilizar más de 16.000 socios que alquilaron películas en todos los formatos, desde el primer sistema Beta hasta el DVD.
Su propietario, Juan García, ha relatado a EFE con una sensación agridulce la historia de este negocio familiar y el declive de los últimos años. Aunque se jubila con la satisfacción del trabajo bien hecho.
Antes de bajar su persiana, este mítico establecimiento, ubicado en el emblemático barrio de La Alcantarilla, ha visto pasar a miles de jiennenses. Todos ávidos de encontrar la última película que salía al mercado para disfrutarla en familia.
«Tengo sentimientos encontrados.Por una parte el trabajo bien hecho durante 43 años conociendo a mucha gente, muchos de ellos ya no eran clientes sino amigos. Y por otra parte, ya está bien 43 años detrás del mostrador, para mí no ha sido un trabajo, sino un hobby», rememora emocionado.
Los comienzos en una relojería
Todo comenzó en 1981. Juan, amante del cine, trabajaba en la relojería de su padre. Con 19 años, aprovechando que era el día de Santa Catalina, fiesta en Jaén, se le ocurrió ir a Madrid y comprar 40 películas. Fueron las mismas que al día siguiente vendieron en el establecimiento familiar. Se dio cuenta del negocio y en el siguiente viaje compraron un centenar de películas hasta que, poco a poco, “el videoclub se comió a la relojería”.
El negocio iba creciendo. Desde el local de 46 metros cuadrados, donde estaba su padre en la calle Manuel Jontoya, pasando por otro local de la calle Mesa con 200 metros cuadrados, hasta que pudo comprar un bajo donde abrieron el videoclub adquiriendo todas las novedades del mercado. Este local de La Alcantarilla era lugar de quedada de los jóvenes de entonces.
Por aquella época proliferaron este tipo de establecimientos, aunque muchos cerraban. Solo Videoclub García tuvo una continuidad. Así, se ha convertido en el segundo en España en antigüedad tras el Videoclub ‘Instan’ de Barcelona, que aún sigue abierto.
A partir del año 2000, cuando instalaron una máquina de 24 horas y ya disponían de ordenador, pudieron registrar los socios. Llegaron a contabilizarse 16.000 hasta el momento actual.
Algunas anécdotas
Entre las anécdotas, Juan recuerda la protagonizada por un ‘gitanillo’ muy simpático, cliente habitual, que le decía: «Juan, dame la familia Facundi». Después de repetirlo varias veces, quería decir “The faculty”, una película de miedo en cuya portada aparecían cuatro o cinco amigos y que él decía que era una familia.
Otro le decía: «Juan, ¿me puedes aconsejar una película de terror que no tenga susto?», comenta riéndose.

Porque este negocio le ha permitido conocer a gente extraordinaria. Como Fernando Arévalo Ruiviejo, un afamado periodista de Jaén que se sentaba todas las tardes y con el que “echaba un coloquio” en su videoclub de Jaén, una excusa perfecta para hablar de cine.
La evolución de los sistemas de vídeo
En los hogares iban apareciendo los primeros reproductores de películas, primero mediante el sistema 2.000, muy similar al VHS. «Había que darle la vuelta en la mitad del film al cassette», después el Beta, que estuvo tres o cuatro años, y a continuación el VHS y el Blu-ray.
El último formato fue el DVD, que junto a la piratería fueron la causas del declive de este negocio. «Siempre ha habido piratería pero a partir del DVD ya fue a granel, cada cuñado hacía las copias». Así lo explica Juan y añade que los manteros y los videos comunitarios también dieron mucha guerra en su día.
«Era curioso que las películas no las rebobinaban, mis compañeros tenían muchos problemas, yo ninguno, ya que disponía en el videoclub de cuatro o cinco rebobinadores. Cuando me las traían las rebobinaba y no decía nada a nadie, era un poco pesado».
En Beta, las películas de terror más conocidas eran ‘Fantasma’ y ‘Posesión Infernal’. A estas se añadieron más tarde las de Pajares y Esteso que fueron un bombazo. «Antiguamente ver un pechito era una cosa excepcional ahora estamos un poco hartos, el destape y la comedia atraían a muchos clientes».
También recuerda el éxito de ‘Titanic’. A diferencia del resto la pusieron en alquiler y en venta a la vez en este videoclub de Jaén. «No era lo normal, primero la sacaban en alquiler, pasaban unos tres meses, y luego la vendían al público».
La despedida
Juan reconoce estar muy abrumado, desde que dio la noticia del cierre del negocio no paran de llegar jiennenses, clientes y amantes del séptimo arte para despedirse cariñosamente.
«Sabía que la gente me quería, son muchos años y tengo muchas amistades, pero no tenía ni idea de que me querían tanto y que me conocían. Me para por la calle gente que venía en carritos con sus padres, y yo ya no los conozco, han sido tres generaciones las que he atendido y asesorado en películas, estoy muy contento y muy agradecido porque 43 años con un negocio, es complicado», confiesa.
Ahora se dedicará a otras aficiones como la natación, la gimnasia y estar cerca del mar, algo que le fascina, pero siempre dejando tiempo para dedicarse a su verdadera pasión: el cine.