Esther Gómez | Fuengirola (Málaga) (EFE).- Costa Rica ha conseguido lo que muchos países anhelan: recibir un turismo de calidad y respetuoso con el medio, pero a la vez exigente y deseoso de probar nuevas experiencias de naturaleza. «Tenemos los turistas que queremos», asegura en una entrevista con EFE la embajadora del país centroamericano en España, Adriana Bolaños.
España es uno de los cuatro países europeos que más turistas envía a Costa Rica gracias a la existencia de una «muy buena conectividad» entre ambas naciones, con vuelos directos diarios que «van y vienen llenos de españoles», explica Bolaños.
«Cada vez son más los ciudadanos españoles que deciden visitar Costa Rica, que vuelven, la revisitan y disfrutan» de sus maravillas, comenta la diplomática, que recientemente ha participado en el I Foro Internacional de Ciudades Abiertas, organizado por el Ayuntamiento de Fuengirola, para hablar de turismo sostenible.
Este «es un país muy pequeño y su territorio -51.100 kilómetros cuadrados- es aproximadamente una décima del de España», señala, pero cuenta con doce zonas climáticas diferentes y más de 500.000 especies animales y vegetales, y «concentra el 6 % de la biodiversidad del mundo», recuerda la embajadora.
En su momento, los costarricenses se plantaron frente a la severa deforestación a la que estaban sometiendo su entorno y lograron controlarla y revertirla: ahora el 60 % del territorio es boscoso.
El reto, retener al turista de calidad
No reciben turismo de masas, el suyo es un turismo de calidad, indica Adriana Bolaños, y el principal reto al que se enfrentan es precisamente que «el turista que siga llegando sea como el que ha llegado hasta ahora, un turista educado y que respeta los principios de sostenibilidad e inclusividad».
Este tipo de visitante, señala, «aprovecha cada una de las maravillosas experiencias que Costa Rica ofrece y pide cada vez más», pero eso no les incomoda, al contrario, «porque cuando el turista es exigente nos obliga a ser cada vez mejores».
El viajero llega atraído por la diversidad de su oferta, ya que «un lugar es diferente al otro». La costa del Pacífico es muy distinta a la del Atlántico, están el Caribe y los bosques nubosos. Y hay volcanes cerca del Valle Central y otros más lejanos, detalla.
Se suele quedar un tiempo largo con idea de descubrir el medio natural. Pero también «para vivir experiencias como el ‘rafting’ (descenso de ríos) o el ‘canopy’ (deslizarse con la ayuda de una polea suspendida por cable)».
En Costa Rica «ya se superaron las cifras prepandémicas” y reciben más turistas de los que llegaron en 2019. Aunque no olvidan que la pandemia dejó claro «que el mundo está lleno de incertidumbres. Y que uno tiene que enfrentarlas, ser resistente y salir fortalecido».
El turismo deseado
A día de hoy, «realmente lo que tenemos y recibimos es el turismo que queremos», sentencia la embajadora.
«Las personas son la base de absolutamente todo». Ese es, a su juicio, el eje central del actual modelo de turismo costarricense. Va mucho más allá de sus paisajes o de su biodiversidad y que viene apostando desde hace años por la sostenibilidad, comenta.
Y esto puede ser así hoy, aclara, porque «se tomaron decisiones correctas en momentos determinados» de la historia del país. Llevaron a «generar políticas de Estado sostenibles a lo largo de muchísimos años». Y a «fortalecer a las personas», invirtiendo en su salud y en su educación.
Entre estas decisiones cruciales, la creación en 1949 del Instituto Costarricense de la Electricidad. Es la institución que ha facilitado que Costa Rica tenga hoy un 98 % de energía eléctrica limpia. Y «ahí empieza el concepto de sostenibilidad», subraya Bolaños.
Tener «un pueblo sano y educado que supo proteger y aprovechar el capital natural» que había es lo que ha permitido lograr un modelo de turismo sostenible, «porque la naturaleza está ahí y si uno no la cuida y no toma las decisiones correctas en los momentos correctos, se pierde», sentencia. EFE