El investigador y archivero especializado en documentación cervantina José Cabelló Núñez junto al busto de Cervantes en Sevilla. EFE/Alfredo Valenzuela/ ARCHIVO

Archivero resuelve el enigma filológico de «lanza en astillero» del principio del Quijote

Alfredo Valenzuela | Sevilla (EFE).- El investigador y archivero sevillano José Cabello Núñez ha encontrado tres firmas de Cervantes y 70 documentos históricos sobre su vida y quehaceres, de los cuales ha publicado 33 y estudia ahora los otros 37, una labor que le ha posibilitado descifrar un enigma filológico: Qué significa la «lanza en astillero» del arranque del Quijote.

El debate sobre la «lanza en astillero» se desató con la traducción al castellano actual de la obra cumbre de la literatura española por parte del escritor Andrés Trapiello, quien en la primera edición de su traducción de 2015 lo tradujo por «lanza ya olvidada» y posteriormente, en la edición de 2019, lo matizó para dejarlo en «lanza ya a la espera».

Finalmente, gracias a una indicación efectuada por Cabello Núñez, en la reciente edición en dos volúmenes de Ediciones Destino -de páginas enfrentadas del original de Cervantes con la versión de Trapiello-, la traducción definitiva es «lanza en ristre», ya que la idea de que «astillero» significaba almacén, armario o panoplia era justo la opuesta al significado real de esa expresión en época de Cervantes, según pudo demostrar el archivero con documentos históricos.

Cabello Núñez encontró una carta de 1595, diez años antes de que la empleara Cervantes en ‘El Quijote’, con la expresión «en astillero». Esa carta además era un documento manuscrito y de carácter oficial, no literario. Lo redactó Juan de la Torre Hurtado, un comisario real de abastos en el ejercicio de sus funciones. Por tanto, un compañero de Cervantes durante su estancia en Sevilla y su comarca, con el que sin duda tuvo que compartir experiencias.

Poner trigo y harina en astillero

En esa carta, De la Torre comunicaba al proveedor Pedro Rodríguez Herrera sus dificultades para recaudar trigo para la Armada, pero también le decía que esas dificultades no las había encontrado en las localidades sevillanas de Écija y Marchena, municipio que consideró «muy afable» y que, por tanto, ya tenía el trigo y la harina listos para «ponerlos en astillero», o sea preparados para recogerlos.

Es decir, la «lanza en astillero» del Quijote no era un arma olvidada y herrumbrosa, sino todo lo contrario. Era un arma lista para ser usada, «en ristre» como ha acabado traduciendo Andrés Trapiello.

El malentendido con el significado de «en astillero» tardó en resolverse porque es una expresión que no registra el ‘Diccionario de Autoridades’. Y, como explica el propio Trapiello con cierta ironía en el prólogo a la última edición de su traducción, publicada este año, él mismo se fió de las notas de los filólogos que aseguraban que «astillero» era un armero para guardar astiles y armas.

«Algunos de esos filólogos lo ilustraban incluso con un dibujico de lo más lindo. Reconstrucción pintiparada de lo que a su juicio era un ‘astillero’ del que no faltarían adargas, lanzones y demás chatarra». Lo añade Trapiello con la ironía que caracteriza tantos de sus escritos.

Un relato cervantino

Trapiello conoció personalmente a Cabello Núñez precisamente en la presentación en Sevilla de su traducción del Quijote al castellano actual. Un encuentro que, según el escritor, «parecía el principio de un relato cervantino», en alusión a la bonhomía del archivero. «Un hombre más bien tímido y desde luego discreto».

Una vez Cabello Núñez puso al escritor en la pista, Trapiello cuenta que salieron otros ejemplos. Como «ya tenéis vuestro libro en astillero» (Suárez de Figueroa, «El pasajero», 1616). Y «destilación (del aguardiente) en astillero» (Castillo Solórzano, «La garduña de Sevilla», 1646) y varios «naipes en astillero» en otras obras.

Y constató el escritor que esas expresiones siempre tenían el mismo sentido. «Mercancías o cosas ya a punto y listas» para utilizar o expedir, «como quedan los barcos en el astillero a la espera de empezar a navegar»-.

La pista de Cabello Núñez la corroboró el erudito Pedro Álvarez de Miranda a Trapiello . El lexicólogo le confesó: «No encuentro ningún otro texto en el que ‘astillero’ signifique ‘percha o estante para astas o lanzas'».

«Lanza en ristre», concluye Trapiello en el prólogo a la última edición de su traducción al castellano actual, es lo que corresponde «a un personaje ya impaciente. Al decir de su autor no quería ‘aguardar más tiempo para poner en práctica su pensamiento’. Este no era otro que el de salir de inmediato a buscar aventuras». EFE