Parte de la exposición 'Imprenta Sur', la imprenta que editó los primeros poemarios de algunos de los grandes nombres de la Generación del 27, en el Centro Cultural María Victoria Atencia de Málaga. EFE/Carlos Díaz

La Imprenta Sur, que editó los poemas del 27, sigue en plenitud al cumplir los cien años

José Luis Picón I Málaga, (EFE).- La antigua Imprenta Sur, que editó los primeros poemarios de algunos de los grandes nombres de la Generación del 27, mantiene su plenitud al cumplir los cien años, porque aún sigue alumbrando versos, como atestigua una exposición en Málaga.

Será en octubre cuando se alcance el centenario de esta imprenta fundada en el inicio por el poeta Emilio Prados, a quien se sumó después Manuel Altolaguirre y, más adelante, José María Hinojosa, explica a EFE José Antonio Mesa Toré, director del Centro Cultural Generación del 27, que ha organizado la exposición.

«Ellos consiguen hacer ‘Litoral’, la que se considera revista emblemática del 27 por los especialistas en literatura española, que además era muy completa, porque no se limitó a la poesía, sino que también casi veinte de los pintores españoles más importantes de la época publicaron allí, o músicos como Falla», resalta Mesa Toré.

‘Litoral’, que todavía se edita, publicó en esos años suplementos en los que nombres como Cernuda o Aleixandre vieron impresos sus primeros poemas.

Forma de barco

«Nuestra imprenta tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco…» escribió años después desde el exilio en México Altolaguirre, que añadía que estaba «llena de aprendices como grumetes» y que tenía «flores, cuadros de Picasso, música de Falla y libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes».

Imprenta Sur
Parte de la exposición ‘Imprenta Sur’, la imprenta que editó los primeros poemarios de algunos de los grandes nombres de la Generación del 27, en el Centro Cultural María Victoria Atencia de Málaga. EFE/Carlos Díaz

Las máquinas de Imprenta Sur sufrieron los azares de la Guerra Civil, e incluso una de ellas se envió para imprimir propaganda republicana a Vélez de Benaudalla, a las puertas de la Alpujarra de Granada, y se fundió para fabricar armamento.

En 1937, con la entrada de las tropas sublevadas en Málaga, la imprenta pasó a denominarse ‘Dardo’, como la revista que editó durante un tiempo, con contenido propagandístico de la Falange, y mantuvo este nombre hasta que dejó de funcionar a comienzos de este siglo.

La imprenta la adquiere la Diputación de Málaga en 2000 y cinco años después volvió a editar colecciones poéticas en su ubicación actual, el Centro Cultural María Victoria Atencia, donde se puede visitar.

Documentos desconocidos

Entre los documentos que se exponen por primera vez, figura la solicitud al Ayuntamiento de trasladar la imprenta desde su primera sede, en la calle Tomás Heredia, donde había problemas de humedad que afectaban al papel, hasta su siguiente emplazamiento, en la calle San Lorenzo.

El comisario de la exposición, Rafael Inglada, resalta entre los fondos expuestos un retrato de Altolaguirre dibujado por Edgar Neville en 1962 o una fotografía del propio Altolaguirre y Prados junto a los operarios de la imprenta.

«Lo peor como comisario ha sido tener que seleccionar entre tanto material», apunta Inglada, que destaca asimismo los ejemplares de primeras ediciones que se pueden contemplar de grandes títulos como ‘Poemas para un cuerpo’, de Luis Cernuda, u ‘Hombre y Dios’, de Dámaso Alonso.

También se alumbró en estas máquinas la revista ‘Caracola’ -de la que se exponen el primer y último número-, que tuvo la particularidad de publicar en sus páginas poemas tanto de militares y ministros franquistas como de poetas en el exilio, en lo que era «como una reconciliación a través de la poesía», según Mesa Toré.

Alrededor de dicha revista hubo grandes nombres de poetas e impresores como Bernabé Fernández-Canivell, Rafael León o Ángel Caffarena a los que también se recuerda en la muestra con títulos que editaron como el ‘Diario íntimo’, de Emilio Prados, o ‘La matemática del espejo’, de Luis Eduardo Aute.

La exposición permanecerá abierta hasta el 23 de mayo y se ha programado una decena de visitas guiadas de la mano del maestro impresor José Andrade, último eslabón de la saga que ha manejado estas máquinas y que es quien compone actualmente las páginas de forma artesanal, tipo a tipo de plomo. EFE