Laura Rincón I Sevilla, (EFE).- En tiempos donde lo tecnológico prima, un colegio de Sevilla ha apostado por transformar la enseñanza de las matemáticas a través del cubo de Rubik, ese cuadrado de colores con varias caras que se puso de moda en los 80.
El departamento de matemáticas del Colegio Internacional de Sevilla San Francisco de Paula propuso como actividad extraescolar utilizar el cubo de Rubik al detectar una gran afición por parte de los alumnos.
Cada cubo de Rubik se plantea como un problema diferente, ha explicado a EFE Francisco Rodríguez, jefe del departamento. Los alumnos, a través de algoritmos y problemas matemáticos, aprenden a resolverlos, lo que les permite desarrollar la memoria y diferentes habilidades motrices.
Una apuesta arriesgada, ya que los estudiantes cuentan con “agendas muy apretadas” y asisten a otras actividades extraescolares que, a priori, podrían parecer más interesantes para estos jóvenes.
Esta actividad no es una clase al uso. Como en cualquier aula, hay un profesor que da directrices, en este caso explica diferentes maneras de resolver los cubos. Estos primeros meses están centrados en el 3×3, el más famoso de la familia, que cuenta con nueve cuadrados en cada una de sus caras.
Los algoritmos
Hay tres cosas que hacen esta clase especial. En primer lugar, la diversidad de edades. Y no solo eso, también la manera que tienen de mezclarse y relacionarse, sin importar a qué curso vayan. En segundo lugar, la predisposición para enseñarse y ayudarse unos a otros. Y, por último, el pique y el reto propio de la adolescencia, cada uno luchando para ver quién es el más rápido en resolverlos. Porque esta clase, al fin y al cabo, no deja de ser un juego para ellos.

Álvaro Pérez, que está en el séptimo curso, cuyos alumnos rondan los 12 años, ha manifestado que su tiempo récord en hacer el cubo 3×3 es de 13 segundos. El truco está en los algoritmos. Al principio, cuando no los conocen, tardan más en resolverlos. Una vez que consiguen memorizarlos, los hacen en menos tiempo y “con métodos más fáciles”.
Cuando Álvaro era pequeño ya había demostrado su iración por estos objetos coloridos, aunque no conseguía solucionarlo.
Con la ayuda de su madre y, posteriormente, de una amiga, comenzó a hacer sus primeros pinitos, pero no fue hasta que se cambió a este colegio cuando, por fin, ha conseguido desarrollar habilidades que le han permitido crecer en este campo.
Grupo piloto
Este alumno no solo resuelve los cubos 3×3, también ha aprendido a hacer el 2×2, el 4×4 o el Pyraminx, que tiene forma de pirámide y, aunque a simple vista pueda parecer más complicado de resolver, “es uno de los más sencillos”.
Otra de las alumnas que asiste a esta clase es Leire, que está en séptimo también. Ella empezó a hacer cubos de Rubik de forma autodidacta a través de tutoriales de Youtube, pero sin demasiado éxito. Desde que asiste a estas clases, ha aprendido a hacer los cubos 3×3 y está segura de que “pronto aprenderá a hacer más”.
Este proyecto es solo un grupo piloto, el primero de muchos, o eso esperan desde el Colegio Internacional de Sevilla – San Francisco de Paula. El departamento de matemáticas quiere seguir apostando por el cubo de Rubik, como ya hacen con el ajedrez, incorporándolo en el temario de diferentes asignaturas y fomentando actividades más allá de las clases, como competiciones o encuentros de aprendizaje. EFE