Sevilla, (EFE).- La Consejería de Salud ha multiplicado por cinco el número de trampas del Programa de Vigilancia y Control Integral de Vectores del virus de la Fiebre del Nilo Occidental (FNO) para la temporada 2025, que comenzará en mayo -un mes antes del año pasado- y que pasarán de 27 a 120.
El programa amplia la vigilancia entomológica, basada en trampeo de mosquitos y búsqueda de virus mediante PCR, tanto en número de trampas como en tiempo y en territorio cubierto, ya que se incluyen todas las provincias andaluzas.
También se amplía la vigilancia humana para la búsqueda de casos leves, con formas no neuroinvasivas, en las Comarcas de Especial Seguimiento (La Janda, en Cádiz, y Bajo Guadalquivir, en Sevilla) y en las áreas en alerta, con PCR a las personas que acuden a las urgencias hospitalarias.
Programa anual
La Consejería que dirige Rocío Hernández ha celebrado este martes unas jornadas con medios de comunicación sobre este virus, en las que ha anunciado la creación de un segundo laboratorio de referencia en Andalucía, en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, que se suma al del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, para «una mayor capacidad y rapidez en la respuesta diagnóstica».

El programa, de duración anual, contempla la evaluación de la temporada en otoño, preparación de la nueva en invierno, realización de los primeros tratamientos larvarios y puesta de trampas en invierno-primavera y refuerzo de la vigilancia desde finales de primavera y durante todo el verano.
En esta edición se introduce la noción de «área en alerta» de carácter temporal (mínimo cuatro semanas), en los casos de evidencia del virus cercano a núcleos de población, a menos de 1,5 kilómetros de distancia, durante la temporada en curso.
Durante el tiempo en el que esté vigente el área en alerta habrá una intensificación de las medidas de intervención, vigilancia y sensibilización ciudadana.
Además se realiza una mejora del modelo predictivo para valorar el riesgo de circulación del VNO, integrando el diseñado por el CSIC-Doñana, al que se han sumado los datos propios de la Consejería, incluyendo nuevas variables como el uso del suelo, aves infectadas o presencia de vectores, entre otros. EFE