El actor José María Pou ha comentado en rueda de prensa los detalles de 'El padre', la obra de Florian Zeller que protagoniza este fin de semana en el Teatro Cuyás. EFE/Ángel Medina G.

José María Pou alaba el «intercambio de emociones único» del teatro frente al cine

Las Palmas de Gran Canaria (EFE).- El veterano actor José María Pou ha valorado este jueves la singularidad del teatro como vehículo para «un intercambio de emociones» entre la escena y el público que es único, que no aprecia en el cine y que cree posible porque sobre el escenario cuentan «algo directamente al espectador».

Esa proximidad física y la interpretación en directo que lo diferencian de las producciones rodadas para exhibir en la pantalla de una sala o en televisión otorgan al teatro «la ventaja enorme de que las emociones llegan a flor de piel», en gran medida porque «no hay una cámara de por medio, no hay una pantalla de cristal», ha opinado.

En una rueda de prensa donde presentaba dos funciones de la obra ‘El padre’ de Florian Zeller, programadas el fin de semana en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria, Pou ha concluido que todos esos factores dan lugar a que las actuaciones en directo sean una propuesta artística que lleva, como ninguna otra, a «vivir conjuntamente todos una misma emoción», sobre las tablas y en el patio de butacas.

«En eso consiste el teatro», ha sentenciado el protagonista de una versión del exitoso texto del dramaturgo francés, que no ha ocultado que inicialmente temía que fuera comparada, para su perjuicio, con la laureada película basada en la misma obra rodada con el actor Anthony Hopkins en el papel que él hace ahora.

Más de 200 representaciones

Si bien en estos momentos, tras llevar ya a la espalda más de 200 representaciones de un montaje que ha estado en cartel semanas y semanas en Barcelona y Madrid «agotando las localidades cada día» y sigue ahora por otras ciudades una gira que está cosechando «un éxito absoluto», ha considerado casi imposible confrontar un trabajo y otro pese a partir del mismo escrito.

Puesto que, habiendo visto cuatro o cinco veces el filme de Hopkins e intentar establecer paralelismos y divergencias con su espectáculo, ha llegado a la conclusión de que, al ver uno y otro, «las experiencias llegan a ser radicalmente distintas» para el espectador, incluso «siendo el mismo texto» en ambos casos.

José María Pou ha sostenido, al tiempo, que su actual labor le ha permitido constatar cómo la interpretación en vivo consigue, más que las de cualquier otro tipo, generar «la identificación del espectador con el personaje», de forma que lo lleva a reflexionar y hasta a desentrañar y afrontar mejor las dudas y los temores o las penas de su propia existencia personal.

Y lo hace a tal punto que, a su entender, «el efecto de una representación teatral, sea cual sea, ayuda al público».

Ejemplo de ello, ha aducido, son algunas de las anécdotas vividas en no pocas ocasiones cuando, al acabar una función, el público ha aguardado su salida para saludar al actor pero, especialmente, para mostrar aprecio a su personaje de manera inusualmente efusiva.

Nunca se le acercó tanta gente

De modo que, hasta acumulando décadas de trayectoria artística y reconocimiento público, «nunca se me había acercado tanta gente, no para pedir autógrafos o hacerse fotos, sino para acariciarme, por la identificación del espectador con el personaje» tan intensa que se llegar a establecer, ha declarado.

Y ha relatado una anécdota con el propósito de dejar patente cómo este trabajo, en el que se pone en la piel de un hombre mayor aquejado por el deterioro físico y las demencias seniles, corrobora su tesis de que el teatro puede influir activamente en el devenir de quien acude a verlo, lo espere o no.

El caso de una señora de unos 40 años apenada por haber internado a su madre en una residencia de ancianos por verse incapaz de atenderla, que no remontaba anímicamente y solo pudo hacerlo al decidirse a presenciar la obra y comprender que su situación era bastante más corriente de lo que creía y la compartía con muchas de las personas que ocupaban el resto de los asientos de la sala.

Tanto que supuso para ella una suerte de catarsis que, según ha contado el actor, la llevó a dirigirse a él a la salida y decirle: «gracias a usted, he podido soltar la mochila de culpa que iba cargando y abandonarla en mi butaca». EFE