Santa Cruz de Tenerife, 14 jun (EFE).- La artista Pilar Boullosa reflexiona en su última muestra llamada «Invasores» sobre la presión del ser humano en el territorio a través de una instalación metafórica en la que utiliza la planta conocida como ‘rabo de gato’, que tanto impacto está ocasionando en los ecosistemas canarios.
La exposición, que se exhibe en la Sala de Arte Contemporáneo de Santa Cruz de Tenerife y podrá visitarse hasta el 30 de septiembre, llama la atención sobre las consecuencias que se derivan de la «insaciable» demanda de recursos por parte de los seres humanos, según ha comentado la artista en declaraciones a EFE.
Integrada por varias piezas de instalación, y una de carácter audiovisual, entre otras, la propuesta de Boullosa explora al sujeto contemporáneo y su relación con el entorno y la naturaleza, al tiempo que aborda las consecuencias de la presión que ejercen los seres humanos sobre el entorno.
«Al igual que las plantas invasoras, la globalización ha trascendido fronteras geográficas y políticas, transformando la geopolítica moderna debido a la masificación, la tecnología y las comunicaciones», ha manifestado la creadora, quien, además, plantea que la incontrolable transformación digital a través de la inteligencia artificial, internet, robótica, nanotecnología entre otras cosas, está intensificando el proceso de globalización.
A través de esta instalación se invita a un debate político y social «con preguntas sobre el futuro y la responsabilidad individual y colectiva en la preservación del territorio», ha señalado Boullosa, licenciada en Bellas Artes por la Universitat Politécnica de València.
Al estampar el rabo de gato en telas blancas hace una metáfora en la que relaciona la invasión de estas plantas sobre el territorio con la que también hace el ser humano sobre el mismo en el contexto de la globalización.
«Más allá de la invasión que ha realizado el ser humano traspasando fronteras geográficas, la tecnología está haciendo traspasar las fronteras geopolíticas», ha indicado la artista, motivo por el que ha utilizado hilo de cobre para coser a mano los contornos de las diferentes islas del archipiélago canario y hablar así de la transgresión que está realizando no solo las plantas, sino también la humanidad.

Asimismo, presenta imágenes creadas con inteligencia artificial resultantes de preguntarle a esta tecnología qué opinaba sobre cómo veía un mundo invadido por plantas y por el ser humano.
Así hace su representación gráfico-plástica basada en inteligencia artificial de topónimos de Gran Canaria, Tenerife, y también elementos icónicos como el Teide.
Según ha destacado, las piezas son instalativas, eso significa que «ocupan e invaden» el espacio y provocan que el público se sienta invadido por las 16 lamas de tela que giran 360 grados en sí mismas estampadas con rabo de gato.
También una otra obra que es una plancha de un metro por un metro, de 13 kilos de peso, de cobre, sobre la que ha grabado la definición tanto de invasor como de invadir y otra en la que denuncia la explotación tanto del agua como de la tierra.
«Yo creo que en un mundo limitado las acciones deberían ser limitadas, entonces obviamente deben ponerse medidas para no acabar con los recursos que al final son los que hacen que nosotros podamos vivir y hay que utilizarlos de una forma consciente y respetuosa», ha indicado
Al ser preguntada por si hay un discurso político detrás de su obra ha aclarado que su intención es tratar el concepto de invasión desde muchos puntos de vista para que cada espectador le dé al final su mirada.