La Laguna (Tenerife) (EFE).- Tres personas migrantes han relatado este viernes los bulos y ‘techos de cristal’ que enfrenta este colectivo en su proceso de integración social y laboral, así como los estereotipos que juegan en su contra prácticamente a diario.
Bajo la iniciativa ‘La brecha de los sueños’ de la oenegé ACCEM, que gestiona los campamentos de Las Raíces y Las Canteras, la informática magrebí Neda El Mansouri Ben Rahmoun, el intérprete y boxeador maliense Kande Sila y el filólogo marroquí Mustapha el Marbout han contado sus experiencias vitales a un grupo de escolares de 14 a 16 años del colegio Isabel La Católica.
Todos comparten las «muchas dificultades, brechas y barreras» que debe sortear una persona que decide abandonar su país y, en algunos casos, jugarse la vida en el mar, para ir a otro del que desconoce su cultura, su realidad, y lo más importante, su idioma.
Es lo que le sucedió a Kande Sila, quien cuenta a EFE que se embarcó en un cayuco a los 15 años sin saber apenas adónde se dirigía, solo que iba «a España».
Él tuvo suerte. No solo porque sobrevivió a una dura travesía en el mar, a diferencia de muchos conocidos y amigos, sino también porque en el centro en el que permaneció hasta cumplir la mayoría de edad aprendió español, lo que le permite ahora ayudar a otros chicos como intérprete, y también se formó como electricista.

Ha relatado que las primeras veces que salía a la calle no se podía comunicar con la población local y las dificultades que esto entraña en el día a día, como por ejemplo para algo tan básico como comprar comida.
Una vez fue con unos amigos a una dulcería en La Laguna y pidieron pan, porque es la única palabra que conocían, y la dependienta les dijo que allí no tenían y se tuvieron que ir.
Pero la idiomática no es la única barrera que han de sortear, como comprendió Kande la vez que a un compañero le denegaron una tarjeta SIM para el teléfono móvil porque la persona que lo atendió le exigía un pasaporte.
Mustapha el Marbout enfatiza que se les exige «esforzarse más que a los demás para lograr un objetivo, cumplir un sueño», ya que en igualdad de condiciones y de nivel de aptitud, «siempre la primera impresión que damos es: eres inmigrante. Eso es lo que sentimos».
«Nos enfrentamos a esto a diario y no solo en el ámbito laboral, también en el de la integración social, cultural. Los estereotipos hacen que estas brechas sean grandes», subraya.
Mustapha, que también colabora como intérprete en el centro de Las Raíces, se queja de que «muchas veces se le echa la culpa a los inmigrantes de que no se integran, que no hablan español. Pero hay que preguntarse: yo como amigo, compañero, como vecino, como sociedad, ¿en qué he, hemos, ayudado a esas personas para integrarse, para ser, entre comillas, un ciudadano ejemplar?».
«No es solo formación, dar a un estudios, a ayudas, sino también el trato diario. En la guagua, en el supermercado, cuando estás paseando… siempre escuchas murmullos, a gente diciendo ¡Jesús!», se queja, igual que de «las miradas, gestos, comportamientos que transmiten rechazo y odio».

«Muchas veces», continúa, «tenemos la respuesta en la garganta: uno no sale de su país por gusto, nadie sale porque le gusta dejar su tierra, familia, amigos, a veces poniendo en peligro nuestras vidas o a veces cuando has perdido a todos mis familiares y he tenido que salir corriendo».
Ahora bien, subraya que no todo es actitud y rechazo, pues la sociedad canaria en general «es abierta» y «muy acogedora» en comparación con otras, quizá porque «está muy acostumbrada a la emigración hacia América, ha vivido en su propia carne esta experiencia».
Neda El Mansouri Ben Rahmoun opina que Canarias es «un pueblo integrador hasta cierto punto», y como ejemplo cita a la necesidad de «hacer este tipo de proyectos para sensibilizar a la gente» ante el fenómeno migratorio.
«Se necesitan y bastante, porque últimamente, sobre todo en Canarias, hay muchos bulos y comentarios racistas», dice esta informática, quien lamenta que se les eche la culpa de los problemas económicos y sociales que padecen los canarios.
Comprende que el fenómeno migratorio afecte especialmente a un territorio fragmentado como el canario, pero critica que se ponga la lupa «solo en quienes llegan en patera, arriesgando su vida, pero nunca se habla de los que vienen en avión».

Neda, que sufrió bulling en el colegio cuando se instaló en Tenerife por reagrupación familiar, considera que la clave de la integración es «no juzgar a la gente sin saber de dónde viene ni por lo que ha pasado».
«Me habría encantado quedarme en Marruecos, rodeada de mi familia y salir adelante allí, pero mis padres y yo sabíamos que íbamos a tener pocas posibilidades», reflexiona.
Esta informática, que se expresa en perfecto español, ite que no ha sufrido miradas ni comentarios despectivos porque «me confunden con gente de aquí y a veces con latinos», pero con su hermana, que tiene rasgos y un acento más pronunciados, «el trato cambia totalmente».
Kande Sila ite que siente «tristeza» cuando escucha cómo los denominan «ilegales», «¡como si no fuéramos personas!», o al oír comentarios como «vienen a robar», pero «al final lo tienes que aceptar, aunque no sea justo: si has abandonado tu país para ir a otro diferente, puedes conseguir cualquier cosa, superar cualquier dificultad».