Alberto Valdés |
La Orotava (Tenerife) (EFE).- El historiador José Manuel Rodríguez Maza aconseja a quienes visitan el cementerio municipal de La Orotava con motivo del Día de los Finados «pedir permiso para entrar” a los difuntos y “dar las gracias” al marchar, porque “algún día llegarán aquí y no saldrán nunca”.
Una sugerencia que cumplieron con rigor quienes en la noche del martes han participado en una actividad poco usual entre los pabellones, panteones y nichos del cementerio municipal de La Orotava.
Se trata de una ruta histórica con motivo del Día de los Finados, para rendir homenaje a los que llegaron a su fin, para ahuyentar el temor a la muerte y festejar la vida.
Esta celebración, que tiene lugar entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, hunde sus raíces en la historia del Archipiélago, coincidiendo con el final del otoño y de las cosechas y la preparación para el invierno, un legado que el Ayuntamiento de La Orotava busca mantener con varias actividades durante esta semana.
Una de ellas es la ruta nocturna por el primer y único cementerio de La Orotava, a cargo del historiador e investigador José Manuel Rodríguez Maza, autor de un libro sobre el bicentenario de este camposanto que fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2005, con la categoría de monumento.
Desde el pórtico de entrada, Maza recibió a los visitantes con una recomendación: “pedir permiso para entrar” a los difuntos y “dar las gracias” al marchar, porque “algún día llegarán aquí y no saldrán nunca”, una sugerencia que todos los presentes cumplieron con estricto rigor.

Una vez dentro, rodeados por una «inmensa oscuridad iluminada» por unas pocas farolas de luces anaranjadas, tomaron protagonismo grandes figuras de la villa como el Marques de la Quinta Roja, un reconocido masón de la zona que abre un cisma al ser enterrado en sus instalaciones pese a la negativa de la Iglesia Católica.
Una situación que le valió al cementerio el hecho de ser considerado como “profanado” durante 26 años, hasta que el expediente fue cerrado y recuperó su carácter religioso, una anécdota que explica las vicisitudes de la población local a lo largo del tiempo y que se suma a otras como el hecho de ser lugar de sepultura de la última esclava de La Orotava, Juana, en el siglo XIX.
“Con los finados se nos ofrece la posibilidad de volver a conocer un poco las tradiciones locales. Cada comunidad tiene la suya y esta es la nuestra. En estos días que vamos a engalanar los cementerios, la posibilidad de hacer una ruta y conocer este camposanto, igual que las iglesias del municipio en otras rutas, nos acerca a los muertos, a conocer dónde se enterraba y dónde se sigue enterrando”, indicó Maza.
Y es que el historiador visitó durante la mañana del martes el cementerio para depositar las cenizas de su padre, fallecido recientemente, lo que provocó que esta fuera la primera ruta que realizaba con él acompañándolo, al menos desde un nuevo lugar, un hecho que tuvo presente durante toda la visita, que le trajo muchos sentimientos y que resumió con “es ley de vida”. EFE