Santa Cruz de Tenerife, (EFE).- El pintor Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) ha recibido este jueves la gran distinción de Nivaria de manos de la presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, quien ha señalado que para la isla es un honor tenerle como hijo predilecto y, a partir de ahora, como «merecedor de nuestra más alta distinción».
Rosa Dávila ha destacado la trayectoria de uno de los pintores canarios más importantes del arte contemporáneo y que ha llevado el nombre de Tenerife «a los más altos foros del arte mundial y recordarnos que el arte es, en esencia, una expresión de la vida misma».
Al acto, celebrado en la Oficina de Canarias en Madrid, acudieron el viceconsejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, Alfonso Cabello; los consejeros de Presidencia y Cultura del Cabildo de Tenerife, José Miguel Ruano y José Carlos Acha, respectivamente, además de la delegada del Gobierno de Canarias en Madrid, Rosa Aguilar
La concesión de la gran distinción de Nivaria para el pintor Cristino de Vera fue aprobada por unanimidad del pleno del Cabildo de Tenerife.
Rosa Dávila ha indicado, que con la entrega de la gran distinción se añade un capítulo a la dilatada biografía del artista, reconociendo su legado como patrimonio insustituible de la sociedad.
«El galardón es nuestra forma de agradecerte por hacer de la luz y el silencio una obra de arte, por llevar el nombre de Tenerife a los más altos foros del arte mundial y, sobre todo, por recordarnos que el arte es, en esencia, una expresión de la vida misma», ha señalado Rosa Dávila, según se indica en un comunicado.
La presidenta insular transmitió el reconocimiento de la isla al pintor, que en 1946 ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Santa Cruz de Tenerife, donde Mariano de Cossío fue su primer maestro.
Asistió a la vez a clases de dibujo en el taller del escultor Alfonso Reyes y trabajó con su padre como representante de productos farmacéuticos.
En 1951 se trasladó a Madrid y, gracias a la intervención de su maestro Cossío entró bajo la tutela del pintor Daniel Vázquez Díaz, con quien estudió arte junto a otros discípulos como Rafael Moneo o Canogar.
Durante su estancia en Madrid, Cristino de Vera, con 17 años, pintó con luz natural mientras escucha música, en su estudio por la zona de Bilbao.
Los únicos artistas canarios conocidos en la escena nacional del siglo XX son los que habían emigrado como Cristino de Vera, Óscar Domínguez, Manolo Millares, Martín Chirino, César Manrique o Juan Hidalgo.
De Vera entró en o con los grandes maestros del Museo del Prado, donde pasó las tardes y quedó prendado de las obras de Zurbarán. También frecuentó el Casón del Buen Retiro y el Círculo de Bellas Artes madrileño.
En 1962 Cristino de Vera recibió la beca de la Fundación Juan March para viajar por Europa, que hizo que durante los años 60 visitara Francia, Italia, Bélgica y Holanda. Ya en los años 70, continuó su periplo por Europa con su mujer, la psicóloga Aurora Ciriza, su apoyo incondicional.
Sin dejar de visitar, tanto por su labor artística como por vida personal Canarias, llegó a Nueva York en 1974 y, en 1979, realizó viajes por Japón, Tailandia, Nepal y China, India, México, Egipto, Marruecos, Roma, Paraguay y Brasil. EFE