Varios ejemplares de Plumero de la Pampa junto a las vías del trayecto entre Santander y Madrid, en la ciudad cántabra. Las acciones desarrolladas durante cuatro años a través del proyecto europeo LIFE Stop Cortaderia han permitido que esta especie invasora, conocida como Plumero de la Pampa, no haya avanzado de la costa al interior, pero, aunque cumplidos los objetivos, la lucha sigue en marcha. EFE/ Pablo Ayerve

4 años de lucha para que el plumero no llegue de la costa al interior

Santander (EFE).- Las acciones desarrolladas durante cuatro años a través del proyecto europeo LIFE Stop Cortaderia han permitido que esta especie invasora, conocida como Plumero de la Pampa, no haya avanzado de la costa al interior, pero, aunque cumplidos los objetivos, la lucha sigue en marcha.

Varios ejemplares de Plumero de la Pampa crecen a lo largo de las vías del trayecto entre Santander y Madrid, en la ciudad cántabra. Las acciones desarrolladas durante cuatro años a través del proyecto europeo LIFE Stop Cortaderia han permitido que esta especie invasora, conocida como Plumero de la Pampa, no haya avanzado de la costa al interior, pero, aunque cumplidos los objetivos, la lucha sigue en marcha. EFE/ Pablo Ayerve
EL SOS A TRANSPORTES CONTRA EL PLUMERO

Además, pide el compromiso de instituciones como el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, ya que los ejes viarios tienen «miles de hectáreas» con plumerales, lo que favorece su expansión. A juicio de este biólogo, es el Ministerio el que debe luchar por erradicarlo.

LIFE Stop Cortaderia finaliza el 30 de septiembre, pero el portavoz de SEO-Birdlife avanza que las organizaciones que han apoyado su ejecución como Amica, Ampros o el Serca, tienen intención de buscar financiación europea para continuar con el trabajo realizado.

«Estamos buscando financiación para mantener los frentes abiertos», adelanta González, quien celebra que, tras cuatro años, ya se sabe «que se puede» erradicar el plumero y que esa lucha «tiene efectos en la biodiversidad».

FRENO AL PLUMERO EN LA MITAD DE CANTABRIA

Stop Cortaderia ha conseguido frenar el avance de esa especie invasora en 58 de los 102 municipios de Cantabria, mediante la eliminación de ejemplares y la restauración de más de 300 hectáreas con plantas y especies autóctonas.

Además, lo ha hecho empleando a personas con discapacidad, que se han encargado del trabajo de campo, unas cuadrillas que, según indica González, también tienen intención de mantener.

El proyecto ganó el pasado mes mayo el Premio Red Natura 2000 de la Comisión Europea en la categoría de beneficios socioeconómicos y el jurado destacó el empoderamiento que su desarrollo ha supuesto para las personas con discapacidad en el mundo laboral.

Para hacer un balance de estos cuatro años de proyecto, la Consejería de Desarrollo Rural de Cantabria, que se ha sumado a esta erradicación del plumero a través de un plan de eliminación de la cortadería en Cantabria, ha organizado esta semana un encuentro con todos los que han participado en la iniciativa.

En este encuentro, con 60 especialistas, el consejero Guillermo Blanco ha hablado de balance «más que positivo» del proyecto.

«El plumero es, quizá, por sus propias características biológicas, el mejor ejemplo de una especie invasora en la que los esfuerzos que se hacen en un terreno pueden ser baldíos», ha reconocido Blanco, quien también ha reclamado «un mayor compromiso» al Ministerio de Transportes.

El encuentro no ha sido solo de sesiones teóricas, sino que ha habido talleres técnicos para conocer mejor la ecología del plumero y los métodos de control biológico y físico, con presencia en los humedales de Cuchía o en la antigua cantera de Solvay, donde SEO/BirdLife ha llevado a cabo diversos trabajos de restauración.

También se han presentado los resultados de unos estudios científicos realizados por la Escuela Politécnica de Coimbra (Portugal) o los impactos que el plumero provoca en la biodiversidad, o en la salud pública, a través de investigaciones que llevan a cabo el Instituto de Valdecilla (Idival) y el propio hospital cántabro. E

Pablo Ayerbe Caselles