Santander (EFE).- Una placa en el balneario de la playa de la Magdalena de Santander recuerda ya a José Sanz Tejera, más conocido como Cioli, el panadero que salvó más de 140 vidas en el mar y que este sábado ha unido su nombre a la Ruta de Ilustres de la ciudad.
La alcaldesa, Gema Igual, ha descubierto la placa junto a familiares y amigos de Cioli, que falleció en 2011 a los 89 años e hizo su primer rescate en 1947, cuando le salvó la vida a tres personas en Somo con la ayuda de un neumático.
La Ruta de Ilustres es una iniciativa del Ayuntamiento para recordar a artistas, escritores, músicos, científicos y, a todos aquellos que han dejado su huella en la historia de la ciudad en los lugares donde nacieron, vivieron o trabajaron.
Ya forman parte de la ruta 35 ilustres, que, como ha recordado la alcaldesa, son elegidos entre las candidaturas que presentan los santanderinos.
En el caso de Cioli la idea ha partido de tres colegios públicos de la ciudad (Magallanes, Nueva Montaña y Gerardo Diego) y del centro psicosocial Padre Menni.
Andoni, de este centro, ha recordado que Cioli iba a la playa, especialmente a la de la Magdalena, a diario: «Era muy frecuente encontrárselo dándose un baño, en cualquier época del año, sin importarle la nieve o el frío».
Un héroe condecorado
Esa afición por el mar le llevó a velar por la vida de los bañistas y se convirtió en «un héroe indiscutible», que recibió numerosos homenajes y condecoraciones: de Cruz Roja, de la Policía Local de Santander, de Protección Civil y de otras muchas entidades.
Con este nuevo homenaje, según la alcaldesa, se pretende que su recuerdo siga vivo en la ciudad y que los más jóvenes sepan quién fue y qué hizo Cioli, «una persona dedicada a todos» y que «con su valor, su coraje y su valentía» ayudó a muchas personas
Panadero de profesión, Cioli, ha explicado, tenía dos grandes aficiones: leer el Marca todos los días e ir a la playa
Lo ha recordado también Luis Alberto, que ha hablado en nombre de los sobrinos, para quienes Cioli era el tío Pepe, hijo de la abuela Lola y el abuelo Pedro, panadero como su padre y sus hermanos y vecino de la calle del Sol.
Ya desde muy joven, se levantaba de madrugada para ir a trabajar y de la panadería si iba a la playa, mientras su madre le esperaba con la comida al calor de la cocina de carbón hasta que aparecía a las siete o a las ocho de la tarde, ha relatado.
Contra el olvido
El Marca era su lectura diaria pero también era aficionado a los libros de la historia de la ciudad, sobre la que le gustaba conversar. Cioli, Pepe para su sobrino, hablaba con todo el mundo y era una persona «muy bondadosa, muy cercana y muy querida».
Su amigo Joaquín Capa, que también se ha sumado al homenaje, le conoció, ha rememorado, cuando le salieron los dientes y aprendió a nadar. Además de enseñarle a jugar a las palas, fue un apoyo en sus muchas travesías marítimas.
A otro de sus amigos, Paco Sánchez, una presencia hoy tan habitual en La Magdalena como lo era la de Cioli, le ha costado hablar de él por la emoción. «Todo el mundo le quería mucho. Hay que seguir luchando para que no se le olvide», ha pedido. EFE