El psiquiatra del Hospital Valdecilla Marcos Gómez Revuelta (c) posa junto al equipo con el que trabaja durante una entrevista con EFE. EFE/Pedro Puente Hoyos.

Intervención global en hábitos e interacción social frente a depresión difícil de tratar

Santander (EFE).- La experiencia clínica apunta a que entre un 50 y un 70 % de quienes tienen depresión por primera vez en su vida no alcanzan una remisión clínica tras un primer tratamiento antidepresivo y, de todos esos casos, un 70 % tampoco lo hará con el segundo. En este contexto, para un mejor abordaje de esta problemática, cada vez es más importante una intervención global, que incida en actividad física, hábitos de vida y fomente interacciones sociales.

La depresión difícil de tratar se vincula con los pacientes que no responden de una forma adecuada a los tratamientos convencionales, como pueden ser antidepresivos o psicoterapia, y en los que además la persistencia de los síntomas se atribuye «a otros factores que van más allá de la resistencia», señala a EFE el psiquiatra del Hospital Valdecilla Marcos Gómez Revuelta.

Este especialista cree que hay que huir de visiones «simplistas» de la depresión porque es algo más complejo que no puede reducirse, cuando el tratamiento no funciona, a un fármaco o una terapia en concreto.

Desde este enfoque, en Valdecilla se impulsa desde hace dos años un programa pionero en el que la actividad física se ha incorporado al tratamiento de estos pacientes, con clases especialmente diseñadas en función de sus capacidades.

Los pacientes acuden a las sesiones dos veces por semana, dentro de un programa de 6 u 8 meses de duración.

La hipótesis de partida de este proyecto es que el ejercicio tiene enormes ventajas desde el punto de vista de la humanización, al fomentar rutinas, reducir el aislamiento social y mejorar la autoestima.

Depresión desde una perspectiva amplia

«La depresión debe percibirse desde una perspectiva mucho más amplia, y por tanto más integradora a la hora de enfocar el tratamiento», defiende Gómez Revuelta.

Subraya la importancia de detectar la depresión lo antes posible y de «intervenir de la forma más contundente posible» a fin de «eliminar el recorrido que pueda tener». «Cuánto más avance haya en el deterioro, más complicado será el retorno», comenta el psiquiatra.

Las probabilidades de remisión, además, «disminuyen dramáticamente con cada intento fallido de tratamiento» y «con el tiempo como gran enemigo».

Por un lado, ese tiempo bajo la influencia de la enfermedad implica un mayor deterioro biológico, pero también un enorme impacto en la vida de la persona que padece depresión, con la enfermedad «invadiendo progresivamente todas las áreas de su vida».

El psiquiatra del Hospital Valdecilla Marcos Gómez Revuelta (brazos cruzados) posa junto al equipo con el que trabaja durante una entrevista con EFE. EFE/Pedro Puente Hoyos

La salud mental «sale del armario»

La ‘buena noticia’ es que se vive un momento en el que la salud mental está «saliendo del armario», hay más conocimiento y divulgación, y se ha producido «un cierto boom» en consultas.

Pese a ello, aún hay personas con depresiones más graves que siguen encontrando barreras para acudir al médico, «desde las que impone la propia enfermedad a otras vinculadas con el estigma, la falta de educación para la salud que complica su reconocimiento, o las derivadas de las dificultades en el al sistema sanitario, especialmente, a los especialistas», lamenta Gómez Revuelta.

Son muchas las formas en que se puede presentar la depresión, pero los motivos principales de esas primeras consultas suelen ser tristeza, desasosiego, impotencia, ansiedad, dificultad y desgana para hacer cosas, dificultades para conciliar el sueño, desesperanza, o también ideas autolíticas.

Gómez Revuelta sostiene que cada persona tiene una forma diferente en cuanto a la manifestación de su depresión, aunque pueda haber elementos comunes. Y el reto está en ser capaces de encontrar, en todo el cóctel de síntomas, cuáles son las principales necesidades de los pacientes.

Depresión y fármacos

Este especialista destaca además que, aunque el uso de los fármacos debe ser «racional» y prolongarse el menor tiempo posible y con la menor dosis efectiva, lo que debe primar es lo que necesita el paciente.

«Nadie discute cuando una persona tiene diabetes y tiene que tomar insulina a lo largo de toda su vida. Y nadie discute que si alguien tiene hipertensión tome un fármaco para ello. Exactamente lo mismo pasa con una persona que tiene depresión crónica y precisa de un antidepresivo», remarca.

Dentro «de la intervención global e integradora» que es clave en estos casos, deben adquirirse hábitos de vida beneficiosos, como una mejor alimentación, ejercicio físico, y una mayor socialización y actividad.

Así, en una persona que tiene depresión crónica y precisa de un antidepresivo, «el fármaco va a ser sólo una parte de la intervención». «Muchas veces, bien empleado va a ser una suerte de facilitador. Pero, lo mismo que con otros tratamientos, aunque resulten una ayuda fundamental que no hay que obviar ni minusvalorar, no debe ser una intervención aislada», dice Gómez Revuelta.

Señala que «es momento de huir de la dualidad cuerpo-mente». «Nuestro cerebro es un órgano más de nuestro cuerpo y, sin duda, el más importante aunque no el único imprescindible. Lo que hagamos que vaya a ser bueno para nuestro cuerpo será bueno también para el cerebro, y será positivo para protegernos frente a la depresión», apostilla.