Inauguración de la exposición Los Machado. Retrato de familia, en Burgos. EFE/ Santi Otero

Los Machado: de metáfora de las dos Españas a modelo de convivencia y fraternidad

Burgos (EFE).- La exposición ‘Los Machado. Retrato de familia’, inaugurada este jueves en Burgos tras su estreno en Sevilla, pretende cambiar por un ejemplo de convivencia y fraternidad la metáfora de las dos Españas que la dictadura franquista difundió a través de la imagen de dos hermanos enfrentados e irreconciliables.

Ha asistido a su apertura el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, quien destacado el valor de convivencia que proyecta la exposición y pedido «volver la vista atrás, a las mujeres y hombres que nos mostraron los valores de tolerancia y respeto».

Ha insistido también en la vinculación de Antonio Machado (1875-1939) con Soria y Segovia, a través de sendas etapas académicas como catedrático de Francés, y de Manuel Machado (1874-1947) con Burgos, ciudad donde se encontraba horas antes del estallido de la guerra civil (1936-1939) y en la que residió durante el trienio fratricida.

La muestra reúne los dos grandes fondos machadianos: la colección de la Fundación Unicaja y la de la Institución Fernán González de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, con lo que acumula el 90 por ciento de los fondos machadianos existentes, ha explicado el rector de la institución burgalesa, René Jesús Payo.

Triple objetivo

Por su parte, el presidente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Pablo Gutiérrez Albiz, ha precisado que la exposición, coordinada por Alfonso Guerra, tiene un triple objetivo.

Se trata de corregir, ha precisado, una situación en la que «la gran obra de Manuel Machado se vio eclipsada por la de su hermano, alejar la mala interpretación de un enfrentamiento entre hermanos que era inexistente, y poner en valor la importancia de toda la saga familiar de los Machado, desde su abuelo».

Dos centenares de piezas entre primeras ediciones de libros, manuscritos, cartas, fotografías, revistas y periódicos de la época, además de un audiovisual y cuadros, engrosan un muestrario dividido en siete epígrafes estructurados de forma cronológica.

Son los dedicados a la Infancia (1874-1883), Adolescencia (1883-1893), Juventud (1893-1907), El viaje (1907-1912), Madurez (1912-1919), El regreso (1919-1936) y la Guerra Civil (1936-1939).

Ciencia, naturaleza y literatura

Una somera contemplación permite descubrir la influencia entre todos los de la saga desde el abuelo, Antonio Machado y Núñez (1815-1896) -médico y antropólogo-, hasta el padre, Antonio Machado Álvarez (1848-1893) -folclorista e investigador de la cultura tradicional-, más conocido como Demófilo.

Ambos destilaron en los hermanos poetas y dramaturgos la pasión por lo científico y la naturaleza, la querencia por los cuentos y romances, y la afición por el folclore y el mundo de lo popular.

La exposición, que en Sevilla visitaron 45.000 personas y desde Burgos viajará a Madrid (Academia de la Lengua) reúne objetos tan curiosos como el ábaco de letras que los dos hermanos utilizaron para aprender a leer, la cartera de bolsillo de Antonio y el tintero, la lupa y el monóculo de Manuel.

Las vitrinas contienen además algunos de los poemas que escribieron y obras dramáticas con la firma de ambos.

Manuel Machado y Burgos

Como cada año en torno a la festividad de Nuestra Señora del Carmen (16 de julio), Manuel Machado y su esposa, Eulalia Cáceres (1881-1974), se encontraban en Burgos para felicitar a la hermana de esta, monja en el convento de Las Esclavas, pero el 17 de julio de 1936, fecha de la insurgencia de los generales africanos, perdieron accidentalmente el tren que les debería devolver a Madrid.

El matrimonio pasó el trienio bélico en Burgos donde Manuel Machado escribió, colaboró con medios locales (Radio Castilla y El Castellano), pasó dos días en la cárcel y trabó amistades con intelectuales como Bonifacio Zamora y José María Zugazaga.

A su muerte, en 1947, su viuda legó a ambos la biblioteca personal del poeta, en torno a 1.600 libros y 600 cartas, antes de ingresar en el Cottolengo del Padre Alegre en Barcelona, donde tan sólo se llevó cuatro fotografías muy personales que a su muerte, el 4 de agosto de 1974, retornaron a Burgos junto al resto del legado depositado en la Institución Fernán González de la Real Academia Burgense. EFE