Apenas una semana de nieve y las estaciones del Pirineo, tanto de Cataluña como de Andorra o sur de Francia, han sido capaces de arrancar la temporada y afrontar ahora su primer fin de semana con una oferta alejada de carencias y con un amplio número de kilómetros de pistas a disposición de sus clientes.
Un ejemplo de lo poco que han necesitado los diferentes dominios para reaccionar es el de Grandvalira Resorts, que dispone de más de doscientos kilómetros de superficie esquiable operativa en territorio andorrano.
El último día del puente de la Constitución, el domingo 8 de diciembre, los responsables de este espacio, que reúne tres estaciones, abrieron la de Grandvalira que, con el transcurso de los días, ha enlazado todos sus sectores y espera ofrecer 132 kilómetros de pistas este fin de semana con espesores que superan el metro.
El lunes fue el turno de los otros dos dominios de Grandvalira Resort, el de Pal Arinsal, que tendrá desde este sábado casi toda su superficie en marcha, y el de Ordino Arcalís, que tiene previsto habilitar todos sus trazados y remontes.
Labores de última hora
Aunque las nevadas han sido de consideración, la clave para reaccionar con tanta rapidez tras apenas una semana de nieve recala en el trabajo realizado durante el verano para dejarlo todo previsto y preparado ya en noviembre a la espera de que la meteorología acompañe, siempre con la ayuda de los cañones de producción de nieve.
Dos expertos al frente de esas labores en Grandvalira Resorts, el asistente a la dirección técnica del sector de Pas de la Casa-Grau Roig y de Ordino Arcalís, Ferran Huertas, y el responsable del área de nieve de Soldeu-El Tarter y Pal Arinsal, Nico Fornés, han explicado a EFE los detalles de esos preparativos.
Huertas puntualiza que para llevar a cabo esos trabajos «no se puede esperar a que nieve ni activarse dos días antes, sino que comienza cuando acaba la temporada, se recoge todo el material y se organiza para utilizarlo en cuanto se pueda».
«Después viene el verano y, en ese momento, se preparan cañones y remontadores y se arregla el material de seguridad de las pistas y elementos que son importantes como los paravientos, esas vallas de madera que se ven a ambos lados de las pistas para que, cuando sople el viento, la nieve se acumule allá», indica.
Huertas precisa que todos los departamentos de la compañía mantienen su actividad durante el periodo estival, cuando se supervisan remontes y cañones, «pero también bombas, compresores de aire o las tuberías que recorren las estaciones, que son casi como las de una ciudad».
«En las pistas también se trabaja sembrando, porque la nieve es mucho más fácil que se quede sobre hierba que sobre tierra, más allá de la cuestión paisajística», indica.
Donde el terreno está más hundido, se llena con tierra «para que quede todo lo más liso posible y, así, con un mínimo de nieve se puede cubrir».
Llegada del frío y de la nieve
Una vez llega el frío, comienza la producción de nieve que, cuando alcanza un cierto volumen bajo los cañones, «ya se puede estirar con las máquinas pisanieves para unir todas las pistas».
Sin precipitaciones, todavía no se puede abrir pese a todos esos esfuerzos, pero se marcan prioridades, según relata Huertas, a la espera de que, cuando nieve, «solo haya que darle al botón de on».
También se deja preparado todo lo que tiene que ver con la seguridad, como las colchonetas que envuelven los cañones de nieve y la zona de remontadores.
Con las esperadas nevadas llega el turno de las máquinas que pisan las pistas, que tratan el manto recién caído y lo sitúan sobre la base creada con la producción de cañones.
La tecnología de esas máquinas ha evolucionado hasta el punto de que «miden la altura de los espesores y, cuando todavía no hay, generan un modelo digital del terreno».
«Además, cuentan con antenas FPS de alta precisión que permiten estirar la nieve mejor por las pistas y ver dónde hay déficit y superávit para poner el foco donde es necesario», añade.
Trabajo de coordinación
El otro especialista de Grandvalira Resorts, Nico Fornés, coincide en todos estos detalles y subraya que lo principal para abrir como se ha hecho tras una semana de nieve es la «anticipación».
«El primero de noviembre estaba toda la operativa preparada y, gracias al plan de previsión meteorológica, ya que contamos con un servicio de pago, pudimos saber tres días antes que venía la nevada y activar el plan técnico», señala.
Otro factor es la coordinación de todos esos diferentes equipos, «porque te permite reaccionar rápido, pero tiene que estar todo muy bien definido, porque se trata de un entorno de montaña al que te tienes que adaptar».
El esfuerzo que realizan las estaciones ha obtenido frutos a lo largo de todo el Pirineo como lo confirman también los 70 kilómetros con los que contará Baqueira Beret (Lleida) este fin de semana, los 13 de La Molina (Girona), los 15 de Port Ainé (Lleida), el pleno de apertura de estaciones orientales sas y, a su escala, los 5,1 de Port del Comte (Lleida).