Imagen de archivo de Toni Comín junto a Carles Puigdemont EFE/ David Borrat

El Consejo de la República encara la era después de Puigdemont en crisis y con Comín en el foco

Santiago José Sánchez

Barcelona, (EFE).- El Consejo de la República celebrará entre el 8 y el 12 de febrero unas elecciones para elegir a un nuevo presidente que releve a Carles Puigdemont, que abandonó el liderazgo de este organismo en octubre, tras el congreso de JxCat.

El Consejo de la República llega a estos comicios sumido en una crisis reputacional tras los supuestos gastos no justificados por parte de su vicepresidente, el exconseller Toni Comín, y después de que su pretendida función de aglutinar todas las sensibilidades del independentismo haya quedado desdibujada en los últimos años.

Su origen se remonta a 2018, cuando surgió como una de las estructuras paralelas a la Generalitat autonómica ideadas por el independentismo, aunque en la práctica ha funcionado como espacio de representación simbólica y sin competencias efectivas, presidido por Puigdemont y visto con enormes recelos por ERC, que temía que JxCat lo utilizara como contrapoder a Pere Aragonès cuando este fue president de la Generalitat.

Cinco candidaturas, dos de ellas «oficialistas»

En estas elecciones internas se da la paradoja de que dos candidaturas pugnan por colgarse el cartel del oficialismo: la de Toni Comín, que opta a la presidencia a pesar de las irregularidades denunciadas, y la del abogado Jordi Domingo, al que todas las fuentes consultadas por EFE atribuyen el apoyo de la actual cúpula del organismo.

«Él no disimula que es el candidato oficial», señala, sobre Domingo, una fuente al corriente de la vida interna del Consejo de la República en alusión a Domingo, que resalta, no obstante, el rol de «neutralidad absoluta» que está llevando a cabo Puigdemont en estos comicios.

Por el momento, Domingo ha logrado reunir el apoyo público del exconseller de Cultura Lluís Puig, que reside en el extranjero desde el referéndum del 1-O, un fichaje que, según algunas de las mencionadas fuentes, «elimina el valor del exilio» que presentaba hasta ahora la candidatura de Comín.

Comín, por su parte, reivindica su situación en Bélgica para postularse como sucesor de Puigdemont -al que ya relevó como cabeza de cartel de Junts a las europeas, perdiendo medio millón de votos- en el Consejo: «Es importante que al frente haya alguien del exilio», aseguró en su vídeo de presentación.

Otras tres personas se postulan también a la presidencia del Consejo: Toni Castelló, Jordi Castellà y Montserrat Duran, desconocidos para el gran público. Un sexto candidato, Lluís Felipe Domingo, retiró su candidatura a inicios de esta semana y anunció su apoyo a Comín, «en defensa del derecho al honor y la presunción de inocencia».

Comín: crisis reputacional y guerra abierta con Valtònyc

La figura de Comín, que había ganado peso en el organismo gracias a su condición de vicepresidente del Consejo, se ha ido erosionando progresivamente entre acusaciones de prácticas inadecuadas en la gestión de los fondos de la entidad: un informe del auditor detectó gastos por valor de 15.530 euros, realizados por Comín, que «no parecen estar justificados».

La junta gestora del Consejo de la República denunció «presiones» al auditor para que modificara el contenido relativo a los gastos denunciados, una acusación que Comín niega que sea cierta.

A esta acusación le ha seguido un amargo intercambio de reproches con el rapero mallorquín Josep Miquel Arenas, Valtònyc, que le ha acusado de apropiarse de donaciones al Consejo de la República; y una denuncia contra él por acoso sexual y psicológico presentada por un exasesor de Junts en el Parlamento Europeo.

Entre el reimpulso y la irrelevancia

Más allá del nombre del presidente, la gran incógnita por despejar en relación con el Consejo de la República tras estas elecciones es qué rol desempeñará en el futuro y el nivel de movilización de sus bases, aunque las fuentes consultadas ponen de manifiesto la pérdida de interés general en la vida interna del organismo.

Sin un escenario de unidad independentista en el horizonte y con la Generalitat en manos del PSC, el Consejo de la República puede aprovechar ese vacío para resituarse en el panorama político, o bien acabar en la irrelevancia tras la salida de Puigdemont de su presidencia.