Barcelona (EFE).- El cantautor, escritor y político Lluís Llach vuelve a la literatura con una novela histórica, ‘El llibre daurat’, ambientado en el siglo XIII. En esa época, las mujeres curanderas tenían una gran preponderancia.
En un encuentro con periodistas este lunes, ha explicado que mientras se documentaba para ‘Escac al destí’ se sorprendió al descubrir que la Inquisición, en la Corona de Aragón, «no ordenó que se quemaran en la hoguera a las llamadas curanderas, posteriormente, brujas». Esto ocurrió solo en un muy corto período de tiempo bajo el mandato del inquisidor Sarmiento.
Fue por ello que volvió a sentarse ante el ordenador y ha pasado más de tres años para crear este nuevo artefacto literario, con final sorpresa en el Priorat. Esta es tierra a la que está muy vinculado, aunque con pasajes que suceden en Occitania, en el ficticio condado de Montalt. Con personajes como Genís Feiner, hijo de mercader, que perseguirá curar a los enfermos. Sin obviar los remedios tradicionales de las curanderas, algo que topará con las instituciones médicas de la época.
Publicado por Univers, el lector conocerá a cuatro generaciones de una familia y a unas mujeres «sabias y luchadoras» que serán perseguidas por su saber.
Odiadas por ser libres
Tras haberse documentado profusamente, feliz cuando escribe, Llach ha considerado que si estas mujeres fueron odiadas por «señores con poder» y llevadas a la hoguera fue porque eran «libres».
«Con todo lo que he podido investigar en estos siete años, me he dado cuenta de que las curanderas eran odiadas por su libertad. No había ninguna otra mujer, oficio o actividad con las posibilidades de realización, independencia y autonomía que ellas. Muchas eran solteras, porque veían el matrimonio como una esclavitud», ha apuntado.
Por «ignorancia» del statu quo, ha proseguido, eras vistas como mujeres «pervertidas, culpables de los males de la humanidad». No dependían de nadie, con gente que las necesitaba, bien pagadas y muy respetadas por su gente. Lo que era muy raro.

Un disparate menospreciar el trabajo de las curanderas
Advierte Lluís Llach que es solo un novelista y un «cantante de protesta venido a menos». Sin embargo, deduce que si la Iglesia incluso acogió a estas mujeres curanderas fue porque se dio cuenta de que era un «disparate menospreciar su trabajo. Porque podían guarecer a la gente en toda la extensión del territorio». A diferencia de los primeros médicos con preparación científica que empezaban a salir de los Estudios Generales, luego Universidades.
Tampoco rehuye que otra motivación del poder eclesiástico tenía que ver con la «caridad cristiana».
Con una parte final del libro muy centrada en estas mujeres, Llach, sin embargo, destaca que no quiere pasar como el autor de una novela en defensa de las mujeres.
«Las mujeres -ha continuado- se defienden solas, pero son la evidencia del primer racismo. Porque el primer racismo del ser humano es hacia la misma raza. El racismo no empieza en la piel, sino en el sexo».
Hijo de médico de pueblo, al que acompañó en ocasiones en sus visitas a sus convecinos, Lluís Llach bromea con que su próxima novela, la sexta, orbitará por el siglo XXIII. Esto será tras estos años entre el poder de la espada y el poder de la cruz, volviendo a salir de la «zona de confort».