El escritor peruano ganador del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa ,en una fotografía de archivo. EFE/Raúl Martínez

Barcelona, la ciudad que catapultó a Mario Vargas Llosa al olimpo literario

Barcelona (EFE).- El escritor Mario Vargas Llosa, que ha fallecido este lunes con 89 años, residió durante cuatro años en Barcelona, una etapa relativamente corta en su larga trayectoria, pero que siempre guardó en la memoria, puesto que la capital catalana se convirtió en el epicentro del ‘boom’ latinoamericano y lo catapultó al olimpo literario, que le llevó a ganar el Nobel.

Fue precisamente en Barcelona donde Vargas Llosa conoció a dos de las figuras que más influyeron en su consolidación y proyección internacional en el mundo de las letras, la ‘superagente’ literaria Carmen Balcells y el editor Carlos Barral.

En las postrimerías del franquismo, entre mediados de 1970 y 1974, Vargas Llosa se instaló en el acomodado distrito de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona, donde, por aquel entonces, y a pocas calles de su casa, también residía otro gigante de las letras hispanas, Gabriel García Márquez, a cuya obra dedicaría su tesis doctoral.

El papel de Carmen Balcells

El aterrizaje de Vargas Llosa en Barcelona lo había gestado Carmen Balcells, quien, como él mismo recordaba, fue la persona que «desembarcó un día en Londres» y le pidió que dejara su trabajo en la Universidad para instalarse en la capital catalana.
«Cuando ella daba órdenes o las acatabas o la matabas», recordaba con humor sobre aquel decisivo encuentro.

Renunciando, por tanto, a una carrera universitaria, Vargas Llosa, acompañado de su esposa Patricia y de sus dos hijos mayores, empezó una nueva vida en el barrio de Sarrià e incluso pudo asistir, por primera vez, a un parto, puesto que presenció el nacimiento de su tercera hija Morgana, en la Clínica Dexeus.

Aunque antes de su llegada a Barcelona ya había publicado destacadas novelas, como ‘La ciudad y los perros’ (1963), ‘La casa verde’ (1966) o ‘Conversación en La Catedral’ (1969), sus experiencias en una ciudad que experimentaba artísticamente y bullía intelectual y políticamente le marcaron de forma decisiva.

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El escritor peruano y Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, en una imagen de archivo. EFE/Daniel Pérez

Homenaje en el Liceu

El propio Vargas Llosa, cuando ya había recibido el Premio Nobel y el Círculo del Liceu le rindió un homenaje en 2012 con la entrega de su Medalla de Oro, por su afición a la ópera, el escritor recordó en su discurso que fue una época de «mucho trabajo, optimismo y de ver el futuro con esperanza e ilusiones, que no han sido totalmente defraudadas».

«Para quienes vivimos aquella experiencia las imágenes que tenemos de esos años son una fuente a la que volvemos una y otra vez en momentos de desmoralización, porque allí hay reservas de dinamismo, entusiasmo, generosidad y una amistad que siempre enriquecen la vida», dijo entonces sobre los buenos recuerdos de sus años vividos en Barcelona.

Fueron años, aseveró, de «privilegio», con escritores hispanoamericanos residiendo en la ciudad y consolidando sus carreras.
«Ninguna ciudad aprovechó tanto la languidez de la censura para traer ideas, valores nuevos, la experimentación en todos los dominios del arte y la literatura. Respirar esta atmósfera era estimulante», recordaba entonces Vargas Llosa.

Tampoco olvidó al editor Carlos Barral, que apostó por él cuando recibió el manuscrito de «La ciudad y los perros» y al que tenía por un hombre «inmensamente culto, provocador, de gran insolencia intelectual y, al mismo tiempo, un hombre extraordinariamente bueno».

«Gracias a su entusiasmo y generosidad mi vida cambió totalmente», reconocía el ya laureado con el Premio Nobel de Literatura.
El entonces conseller de Cultura Ferran Mascarell agradeció a Vargas Llosa todo lo que había hecho por Barcelona y por la Cultura: «No sé si lo hemos sabido decirlo siempre bien, pero creo que puedo expresar que los catalanes, en general, te amamos mucho, de modo profundamente entrañable». EFE