Aketza Martín Román
Barcelona, abr (EFE).- Como buena perra guía, Marea es la sombra de Xavier. Nunca se separa de él y le ayuda a orientarse, y por eso también quiere estar con su humano dentro de los bares y restaurantes, si bien no siempre es fácil acceder a los establecimientos, como recuerda la ONCE en el Día Internacional del Perro Guía.
«El perro guía, desde un punto biológico, es un animal, desde luego, pero a nivel normativo es una herramienta para las personas con discapacidad visual», ha explicado a EFE Xavier Figueras mientras Marea, su labradora de pelo negro, permanece tumbada a sus pies plácidamente.
Aún así, si él decide ir a un bar, puede que no dejen a Marea hacer el trabajo para el que ha sido entrenada pese a la ley autonómica 19/2009 de 26 de noviembre, que recoge en los artículos 11 y 12 que los s de perros de asistencia pueden acceder a locales y establecimientos de uso público.
«Si el perro lazarillo se considera una extensión de nuestro cuerpo, tiene que acceder y poder ir a todos los sitios con nosotros», se queja Figueras.
No cumplir esta ley puede comportar multas para los dueños del local, algo de lo que no suelen tener constancia. Xavier explica que la sanción más alta que conoce es de 6.000 euros y el cierre del negocio durante 6 meses.
Este hombre con discapacidad visual achaca los problemas en los restaurantes al «desconocimiento y desinformación» de la normativa vigente y descarta que sea una cuestión de «desconsideración».
«No conocen los derechos de un perro guía, no lo consideran una herramienta o una extensión de la persona con discapacidad visual, sino que lo ven como un simple perro», afirma.
Pese a ello, la mayoría de veces, dice Figueras, las personas ciegas con perro lazarillo acaban resolviendo el malentendido y entrando a los locales de restauración aunque, muchas veces, se tiene que llegar al extremo de amenazar con llamar a la policía.
«Cuando realmente reaccionan es después de decirles: ‘Yo llamo a la policía, te pones al teléfono y que te expliquen que podemos acceder como cualquier otra persona», lamenta el dueño de Marea, que asegura que el apoyo que brindan otros clientes ayuda, en muchos casos, a su isión.
Además, una vez dejan a Marea entrar a los establecimientos, los dueños del local se sorprenden de lo quieta que se queda y la poca molestia que genera la perra guía, explica Xavier Figueras, que trabaja en el departamento de integración laboral de la ONCE.
Una campaña de sensibilización
Para dar visibilidad a esta problemática y aprovechando que este miércoles es el Día Internacional del Perro Guía, la ONCE ha iniciado una campaña que reivindica el derecho de de los perros guía en los espacios de uso público, como los bares y restaurantes, pero también en los transportes como el taxi o los autobuses y en otros establecimientos de ocio, bajo el lema ‘Perros guía, sí’.
Según la ONCE, en el conjunto de España el número de personas con discapacidad visual que cuentan con la ayuda de un perro lazarillo asciende a 904, de las cuales 149 viven en Cataluña (la mayoría, 122, en Barcelona).
Para Figueras, la concienciación de la ciudadanía y de los restauradores es clave para que se respeten los derechos de los perros lazarillos y sus amos, algo que en los últimos años «ha mejorado» pero que aún queda camino por recorrer.
Todo para que Marea y sus compañeros peludos pueden seguir siendo la sombra de sus dueños en cualquier lugar, también en el bar. EFE