Barcelona (EFE).- Adrià Montoro es un joven de 30 años vecino de Olesa de Montserrat (Barcelona) que ha donado uno de sus riñones a un completo desconocido, algo que, según él, le ha supuesto cumplir con su filosofía de vida, basada en el amor y la ayuda al prójimo.
«Tuve un caso en mi familia de una persona que necesitaba un trasplante y lo recibió, y vi como este gesto le cambia la vida a una persona con enfermedad renal crónica», ha explicado a EFE Montoro, que ha añadido que sus valores cristianos y su voluntad de «expandir el amor en actos concretos y tangibles para las personas» contribuyeron también a que hiciera la donación.
Él se interesó en el tema a raíz de un correo electrónico recibido del Banco de Sangre y Tejidos en el que se mencionaba que, a parte de sangre, se podía donar médula y «otros tejidos», algo que le llamó la atención y de lo que buscó información.

Imagen del bus del Banco de Sangre y Tejidos animando a la ciudadanía a donar sangre. Cedida por el Banco de Sangre y Tejidos.
Una cadena de cinco trasplantes
Una vez dentro del proceso, Adrià Montoro fue evaluado exhaustivamente por el equipo médico responsable, que se aseguró en reiteradas ocasiones de que, por un lado, la donación no iba a causarle problemas de salud relacionados con el sistema renal, y, por otro, que estaba totalmente seguro de querer llevar a cabo la operación.
Ponerse sobre la mesa de operaciones le causó «respeto», ya que es una intervención en la que se le ha aplicado anestesia general y lo ha mantenido tres días hospitalizado, sumados a las tres semanas en las que ha estado convaleciente.
Además, Montoro ha itido que sabe que se ha «expuesto a un riesgo», pero ha dicho que, pese a que «tener un problema renal es una posibilidad», «los médicos se encargaron de descartar que fuera algo probable».
Su gesto ha desbloqueado una cadena en la cual cinco pacientes que requerían de un trasplante de riñón y no tenían un donante compatible han podido finalmente recibir un órgano sano: «Sabía que iba a ser una cadena, pero no sabía el número, y cuando me lo dijeron fue una alegría», ha apuntado el chico.
Pese a ello, Montoro ha definido como «abstracta» la situación, puesto que, como establece la ley, no conoce la identidad de las personas que se han beneficiado de su donación, pero ha opinado que de este modo «es más limpio» porque nadie le debe nada.
Un caso excepcional
Esto no es frecuente en España: la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) solo tiene 23 casos de donantes sanos a desconocidos en todo el país, algo que la jefa de nefrología y trasplantes renales del Hospital del Mar de Barcelona, Marta Crespo, ha achacado a «cuestiones culturales, filosóficas o incluso éticas» de los españoles.

«En general, las personas que se plantean donar lo hacen porque tienen un familiar o un amigo que tienen una enfermedad renal y lo que quieren es resolver un problema muy concreto de una persona muy concreta», ha explicado a EFE Crespo, que ha recordado que donar de forma altruista «es una manera de hacer un bien a la sociedad» pero «tienen que hacerlo personas que estén muy convencidas».
La doctora ha comentado que las donaciones efectuadas por donantes vivos tienen mejores resultados que las realizadas por personas fallecidas porque los especialistas tienen más tiempo para llevar a cabo pruebas y permite agendar la cirugía antes que los pacientes necesiten diálisis, algo que «tiene repercusión en el resultado del trasplante del paciente».
Por su parte, Montoro ha animado a aquellas personas que estén planteándose efectuar una donación altruista de riñón a hacerlo porque a él le «ha valido la pena». EFE