Madrid (EFE).– La ciudad de Madrid ha rendido este martes su último homenaje al papa Francisco con una misa funeral celebrada en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, y organizada por la Archidiócesis tras el fallecimiento del pontífice argentino.

El templo, símbolo espiritual de la capital, ha acogido a numerosos fieles y representantes institucionales que han querido despedirse del papa en un acto solemne marcado por la emoción y el recuerdo.
Entre las autoridades presentes se han encontrado el consejero de Presidencia, Justicia y istración Local de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel García Martín; la consejera de Sanidad, Fátima Matute; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; la portavoz socialista en el Ayuntamiento, Reyes Maroto; y el portavoz local de Vox, Javier Ortega Smith.
“Se trata del último adiós emocionado de la ciudad de Madrid al papa Francisco. He tenido ocasión de decirlo en público y al cardenal, entre otros, que Madrid llora la pérdida del papa, un referente de amor y de caridad hacia los más humildes. Por eso, aquí venimos a darle esa despedida”, ha expresado el alcalde a su llegada al templo.
El papa Francisco, un pastor cercano
El cardenal Cobo ha presidido el sermón tras regresar este mismo lunes a Madrid desde Roma, donde había participado en la reunión preparatoria del próximo cónclave, en el que se elegirá al sucesor del pontífice fallecido.
Durante la homilía, Cobo ha querido resaltar la semblanza humana y espiritual del pontífice, subrayando que “fue más que un líder visible, fue un testigo en medio del mundo, un hombre de Dios”.
“El papa Francisco nos hizo sentirnos en casa dentro de la Iglesia, con nuestras imperfecciones y dudas; fue aclamado y a veces malinterpretado”, ha destacado el cardenal.
Asimismo, ha recordado al papa como un pastor cercano, cuya figura quedará marcada “por su carácter pastoral, su cercanía a los pobres, su incansable defensa de la paz y su valentía para acometer reformas”.
“Siempre tenía una sonrisa franca, y con palabras que, los que le hemos conocido, sabemos que siempre tocaban el corazón. No necesitaba grandes discursos para hablarnos de lo esencial”, ha añadido.
Finalmente, además de subrayar que “la Iglesia no debe ser una aduana, sino una casa con las puertas abiertas donde todos puedan encontrar consuelo”, ha rememorado uno de los mensajes clave del pontificado de Francisco, como fue “la necesidad de salir a las periferias”.