Madrid (EFE).- El mundo del periodismo y los lectores que seguían cada una de las crónicas de Ramón Lobo continúan despidiéndose del corresponsal de guerra, que cubrió durante dos décadas conflictos internacionales, y están mostrando su iración y reivindicando su forma de trabajar, con dignidad y compromiso.
Lo ha hecho también este jueves el presidente del Gobierno desde su cuenta de Twitter, antes de que se instalara su capilla ardiente en el cementerio de San Isidro de Madrid: «Dignificó todo cuanto hizo. El ejemplo de su mirada honesta y comprometida nos acompañará siempre. Un abrazo a su familia y amigos», escribía Pedro Sánchez.
A la capilla ardiente, abierta al mediodía, se están acercando amigos, familiares y periodistas, como la exdirectora de «El País» Soledad Gallego, el periodista de la cadena SER Nicolás Castellanos, y Fernando Garea, expresidente de la Agencia EFE, entre otros.
A las nueve de la mañana de este viernes tendrá lugar la cremación en La Almudena, con una ceremonia final de flores en el cementerio civil, según ha precisado el periodista de «El País» Guillermo Altares, a quien dejó como portavoz sobre su situación médica cuando empeoró su salud.

Altares ha recibido miles de mensajes de cariño hacia Lobo, tantos que no ha podido responder a todos, según ha dicho en un tuit, en el que ha asegurado sentir cada uno de ellos.
Lobo era un periodista «de los de antes, de los que iban los sitios, que contaba historias» y esa forma de trabajar para muchos colegas de profesión, como Fernando Garea, es más necesaria que nunca y la deben intentar recuperar sobre todo los periodistas jóvenes.
Garea cree que Lobo estará presente durante mucho tiempo porque queda su trabajo y su legado, un tipo de periodismo, el de contar historias, que aunque parece fácil, en su opinión, «es muy difícil y muy complicado». «Y él lo hizo francamente bien», ha apuntado.
«A vivir que son dos días»
Unas de las personas que mejor conocía a Ramón era Javier del Pino, director del programa de radio «A vivir que son dos días», donde colaboró durante sus últimos diez años hasta que le diagnosticaron los dos cánceres que padecía. En «Hoy por hoy» de la SER se ha lamentado que el periodismo, como lo concebía el reportero, «ha muerto».
«En la vida conoces a poca gente distinta, a poca gente que te deja una huella especial. Ramón era una de esas personas», ha comentado Del Pino al recordar al corresponsal, que, según ha dicho, consiguió terminar el último libro que estaba escribiendo sobre el proceso de la vida y la muerte.
El reportero sabía aceptar «las indignidades de la profesión», según ha apuntado Del Pino, como cuando sufrió el ERE de «El País» con más de 50 años. «Eso le había curtido y le había convertido en un tipo íntegro”, ha sentenciado.
Luis de Vega, periodista de «El País» y corresponsal de guerra, que coincidió con Ramón en la guerra de Irak y con el que rápidamente tuvo una conexión especial, se ha quedo «un poco huérfano», según ha señalado en la emisora, donde ha recordado que cuando le echaron del ABC una de las primeras llamadas que recibió fue de Lobo, que le dijo «esto no ha acabado».

La última vez que le vio fue hace dos días. Se dieron un abrazo y un beso para despedirse, y como en otras ocasiones le quitó todo el peso de la situación con su humor negro.
«Se preguntaba cómo se iban a sacar su féretro de un quinto piso -de pie, como a Hannibal Lecter, ha matizado Pino- o hablaba de la putada que era morirse en verano, con todo el mundo de vacaciones», ha contado De Vega.
Pero éstos son sólo un ejemplo de las miles de palabras que le han dedicado miles de personas en las últimas horas, en las que no le sigue honrando el periodista Gervasio Sánchez, que le conocía desde hace treinta años y quien le despidió como se merecía el pasado día 29 en las redes, algo que Lobo tuvo tiempo de ver y agradecer, como los numerosos mensajes de iración de sus lectores.