Imagen de archivo sobre el estreno en El Gran Teatre del Liceu de la ópera "L'enigma di Lea", de Benet Casablancas (2d) en febrero de 2019. EFE/ Quique García

El compositor ‘hombre, pálido y mustio’ pierde terreno en la música clásica

Marina Estévez Torreblanca |

Madrid (EFE).- Las representaciones de música clásica de autores vivos se han doblado en el mundo entre 2013 y 2023, con España a la cabeza. «Lo que llamamos en inglés ‘pale, male and stale’ (hombre, pálido y mustio) simplemente no es atractivo para el público más joven», explican los editores del estudio.

Los conciertos de música de creación actual programados en el mundo pasaron de un 6% en 2013 a un 14% en 2023, y en España del 3,1 al 13,3, el mayor crecimiento mundial, según datos de la web especializada británica Bachtrack, que también apunta otro elemento: la mayor presencia de mujeres compositoras.

No obstante, este sector sigue masivamente dominado por Mozart, Beethoven, Bach, Brahms y Schubert, los más escuchados.

Benet Casablancas, único español en el top 100

Entre los compositores vivos, Benet Casablancas es el único español que aparece entre los cien más programados en el mundo, una lista encabezada por el estadounidense John Williams.

En una conversación con EFE, Casablancas (Sabadell, 1956) explica que cada vez más melómanos «pierden el miedo, pueden disfrutar la música contemporánea y abrirse a vivir nuevas sensaciones y emociones». Esto favorece que «se haga extensivo a nuevos públicos, generaciones y capas sociales».

¿Pero cómo se van abriendo paso composiciones más novedosas?

A su juicio, juegan un papel muy importante las residencias, en las que instituciones y organismos proporcionan a los artistas un entorno propicio para la creación y difusión. En su caso, por ejemplo, la que disfrutó el año pasado en el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) en Madrid, o la que tendrá en el Teatro Principal de Sabadell.

Un momento del pase gráfico del estreno de «El enigma di Lea», la primera ópera de Benet Casablancas. EFE/ Alejandro García

«Solo con la familiarización puede venir el enamoramiento de la música de creación actual», detalla el artista, que también menciona los encargos de obras entre los elementos que funcionan para que los melómanos puedan descubrir «nuevos mundos».

Verdi indignaba en su época

Como subraya el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, los programadores juegan también un papel fundamental: «El teatro tiene que jugar un papel muy activo», remarca a EFE, porque «esto no pasa por sí solo, pasa porque el teatro hace los deberes de poco a poco abrirse a estéticas y compositores nuevos».

Prosigue: «Todas las óperas de la historia, incluso las ahora más clásicas, fueron nuevas, provocaron un choque y a veces incluso indignación».

Así, relata cómo ‘Rigoletto’, de Verdi, fue recibido en La Fenice en 1851 como «una auténtica agresión en contra de la honorabilidad de la institución» y un ministro de Cultura español desaconsejó entonces su programación en el Real.

Ahora, el autor de ‘La Traviata’ es un compositor previsible y tradicional y domina (seguido por Puccini y Mozart) las óperas más representadas en 2023, que apenas han cambiado desde 2013.

Por eso, a juicio de Matabosch, es «perfectamente posible» que en el futuro en este canon entren Benjamin Britten o a Aribert Reimann, autor de ‘El rey Lear’, que precisamente se estrena este 26 de enero.

Menos «hombres pálidos y mustios»

Según Bachtrack, que el año pasado analizó 31.309 conciertos, óperas y espectáculos de danza en el mundo, otros elementos que explican esta tendencia son la reivindicación por una mayor igualdad de género, nacionalidad o raza.

«Si nos basamos en nuestras conversaciones con personas de la industria, concluimos que, como resultado de una mayor conciencia, la música clásica necesita llegar más lejos de lo que ya sabe y hace si quiere encontrar nuevas audiencias y sobrevivir», afirma a EFE la británica Jo Johnson, parte del equipo directivo de la revista.

Así, remarca, «lo que llamamos en inglés ‘pale, male and stale’ (hombre pálido y mustio) simplemente no es atractivo para el público más joven, mucho más consciente. Quieren ver y escuchar a personas que reflejen la sociedad actual».

Tendencias que se reflejan sobre todo en España, pero también en lugares como Reino Unido, donde ha subido del 6 al 15 % en diez años, y Estados Unidos, el país donde más se programa, del 7,5 al 20 %.

Más mujeres compositoras y directoras

Aunque no hay un registro étnico de los compositores, sí lo hay del género, y las mujeres lideran este incremento. De este modo, en 2023, 22 de los 200 compositores más interpretados de todos los periodos eran mujeres, frente a dos en 2013.

Entre los 100 primeros vivos, 36 de los más interpretados el año pasado eran mujeres, desde las 11 de 2013, como las latinoamericanas Gabriela Ortiz (Mexico), en el puesto 28, y Tania León (Cuba) en el 47.

Las más interpretadas fueron Sofia Gubaidulina, Caroline Shaw, Unsuk Chin y Anna Clyne (en el top 10), mientras que Kaija Saariaho (que murió a mediados de 2023), Jesse Montgomery y Anna Thorvaldsdottir las siguen de cerca en el top 20. En 2013 no había ninguna mujer entre las 20 primeras.

También las directoras son ahora más numerosas: un 11 % de los conciertos; Elim Chan, la directora con más compromisos en las salas de conciertos en 2023, ocupa el puesto 25. Comparte espacio en el top 100 con otras trece colegas, lo que supone un avance sustancial desde hace una década cuando figuraban cuatro.

Eso sí, de las 102 orquestas cuyos eventos han incluido, solo siete tienen directoras en puestos de director principal o director musical. Marzena Diakun (Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid) es el único ejemplo en España.

«No hay ninguna razón física o intelectual en la dirección de orquesta para que no se consiga la ansiada igualdad», señala a EFE Lucía Marín, que debuta esta temporada de ópera de Bilbao ABAO, convirtiéndose en la primera directora española y la tercera mujer que lo hace en sus 70 años de historia.

Para Marín, el de la música clásica «es un mundo cerrado», pero existe una «corriente creciente para acercar la música clásica a la gente» a través de la entrada de obras nuevas que revitalicen la programación. «Los clásicos son la columna vertebral, pero siempre hay tiempo en un concierto para que aparezca alguno nuevo. Si no, no habrá nuevos ‘mozarts’ y ‘tchaikovskys’.