Río de Janeiro (EFE).- El sambódromo de Río de Janeiro, la pasarela que cada año se viste de música, magia y color con los majestuosos desfiles del carnaval, cumple cuarenta años como templo de la fiesta más icónica de Brasil.
Proyectado por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer como un escenario urbano permanente para la exhibición del que es considerado el espectáculo a cielo abierto más grande del mundo, la mole de cemento marcó un antes y un después para la fiesta del carnaval.
La estructura, sobre la que se ultiman detalles para los desfiles que empiezan la próxima semana, se extiende sobre la avenida Marquês de Sapucaí, en pleno centro de la ciudad y en el mismo lugar donde antes se utilizaban tribunas desmontables para el espectáculo.
El legado de la Pasarela de la Samba

La pasarela fue construida en tan solo 120 días e inaugurada el 2 de marzo, durante el carnaval de 1984.
Según los expertos, los módulos prefabricados de concreto armado fueron determinantes para culminar la obra en tan poco tiempo.
Inaugurada como Avenida de los Desfiles, posteriormente se llamó Pasarela de la Samba, pero fue a partir de 1987 que adoptó el que ahora es su nombre oficial: Pasarela Profesor Darcy Ribeiro, en honor al antropólogo que ideó el espacio y quien además inventó la palabra que lo representa.
Según las normas de la competición, cada desfile de las escuelas de samba debe recorrer la pista, que tiene 13 metros de ancho y se extiende por 700 metros a lo largo, en un máximo de 70 minutos.
A partir de su fundación las 12 escuelas del grupo especial, la élite del Carnaval, desfilan en dos días, algo que antes se hacía en una sola y extenuante jornada.
Una apetecida tribuna

En 2011, se remodeló la estructura para ampliar el espacio de las tribunas, aumentando su capacidad de 62.000 a poco más de 72.500 espectadores.
Año tras año esta inmensa mole de cemento atrae a turistas del país y de todo el mundo congregando hasta 120.000 personas diarias en los desfiles del carnaval, entre espectadores, de las escuelas de samba, empleados, periodistas y personal de aseo.
Pero disfrutar de una noche de desfiles de majestuosidad y color en las gradas del sambódromo requiere un gasto que puede ir desde los 15 hasta más de 1.400 dólares por persona, dependiendo el lugar.
Las secciones económicas, sin números, se sitúan en los extremos de la pasarela, donde no se ve la parte central del espectáculo, que las escuelas muestran hacia donde están los jurados.
Ya las más costosas son unos espacios, llamados camarotes, con una excelente ubicación y que ofrecen además fiestas privadas con artistas nacionales y extranjeros, y hasta servicios de gimnasio y peluquería.
Desnudos, ‘jet set’ y hasta muertes

En 1989, la modelo Enoli Lara protagonizó el primer desnudo total en el sambódromo, lo que llevó a los organizadores a modificar las normas y especificar que ese tipo de actuación era prohibida. No obstante, la historia se ha repetido varias veces.
Figuras como Maradona, Harryson Ford, Ricky Martin, Madonna, Will Smith, Kim Kardashian, Jennifer López, Rafael Nadal y Arnold Schwarzenegger han disfrutado allí de los desfiles.
Pero no todo ha sido alegría en el templo de la samba.
En 2017 un accidente de una de las gigantescas carrozas que participan en los desfiles ocasionó la muerte de una persona y dejó varios heridos.
Ya en 2022 una niña de 11 años falleció luego de perder la pierna tras quedar atrapada por uno de estos carruajes.
Otros usos
Hasta 2010, el lugar albergó jardines infantiles, escuelas integrales, y fue sede de competencias de tiro con arco y maratón durante los Juegos Olímpicos de 2016.
Además, reconocidas estrellas de la música utilizan el espacio para dar conciertos.
Nombres como Roger Waters, Carlos Santana, Bob Dylan, Black Eyed Peas, Radiohead, Coldplay y The Rolling Stones se han presentado en el sambódromo.