Ángel Alonso Giménez |
Madrid (EFE).- En un lado, millones de personas delante de pantallas luminosas. En el otro, pocas personas en salas a oscuras. Vicente Monroy ha escrito un grito de auxilio y un alegato de supervivencia: frente al «brillo peligroso» de las plataformas, asegura a EFE, la oscuridad de los cines no puede morir.
‘Breve historia de la oscuridad’ es el título del librito que la editorial Anagrama acaba de publicar a Monroy, escritor, poeta, arquitecto y programador de la Cineteca de Matadero, en Madrid.

Como destaca en una entrevista con EFE, no sólo las salas peligran. Peligra también la oscuridad, la desconexión, un espacio que es «contracultura» y es «magia», y esencia misma de la especie humana.
Construcción de «una ideología reaccionaria»
Dice Monroy: «El cine se enfrenta ahora a su propia prueba de fuego, más que nada porque las plataformas ‘streaming’, que prometían democratizar la distribución y el consumo, han creado lo contrario: las diferencias entre el cine burgués y el cine proletario, es decir, entre el cine hecho con mucho dinero y el cine hecho con poco dinero, se han vuelto extremas».
Ese cine hecho con multitud de recursos, «el cine industrial», como lo denomina, «brilla más que nunca». «Pero -alerta- es un brillo insidioso y mentiroso, y tiene bastante peligro».

¿Peligro? Argumento de Monroy, nacido en Toledo en 1989: «Si retrocedemos 50 años y nos vamos a los primeros años 70, nos encontramos a ‘El Padrino’, y las series y las películas que se hacen en las plataformas quieren ser como ‘El Padrino’. Pero si desde los 70 retrocedemos 50 años, aterrizamos en los 20 y en ‘Nosferatu’, que es un cine completamente diferente».
La evolución del cine se ha detenido, y no es casual, a su juicio. Este cine «encapsulado en las pequeñas pantallas pretende promover una ideología reaccionaria».
Un nuevo cine en espacios de resistencia
Desmontar esta cultura de consumo de imágenes cuyas luces no se apagan nunca implica denunciar sus peligros. E implica reivindicar un modelo distinto.
El autor de ‘Breve historia de la oscuridad’ ensalza el modelo oscuro, mágico y contracultural de las salas de cine, pero no con el mismo cine ni en el mismo espacio.
Se explica: «La gran industria del cine está en caída libre, tanto el modelo industrial de Estados Unidos como el modelo de autor de Europa, así que el futuro de las grandes salas lo veo negro».
Sin embargo, según su experiencia como programador, Monroy cree que un campo nuevo y fértil de creatividad audiovisual y cinematográfica se estaría abriendo. «Tengo la sensación de que está todo por hacer, de que hay muchas imágenes por descubrir», proclama antes de girar el foco hacia Internet, donde existe «una cinefilia entusiasta con pocos límites».
Es posible, por tanto, que un cine renovado habite salas renovadas, espacios de resistencia frente «a las «luminarias tramposas de la cultura de masas».
«Magia» que debe sobrevivir
En ‘Breve historia de la oscuridad’ vive también la experiencia personal de Vicente Monroy.
«En esta sociedad cada vez más iluminada y transparente, olvidamos la importancia de la oscuridad como espacio en el que perdernos y desorientarnos, pues es importante atrevernos a perder el control. En la oscuridad es donde he aprendido a moverme en libertad y a querer a otros hombres», afirma.
Porque el «placer de sentarse en una sala oscura» y de experimentar la «magia insustituible» del cine debe sobrevivir.
En las 90 páginas de ‘Breve historia de la oscuridad’ Vicente Monroy cuenta apasionada y documentadamente por qué.