València (EFE).- La escritora Paloma Sánchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta 2024 con su última novela, ‘Victoria’, asegura que escribe «por curiosidad»: «Para aprender y entender un contexto histórico a través de los ojos de personas corrientes y de cómo vivieron esa época».
En una entrevista con EFE durante la promoción del libro en València, Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) señala que a lo largo de la historia, «todos los seres humanos odian, aman, envidian, aspiran a ser virtuosos, buscan la justicia y la verdad, y se dejan arrastrar por sus propias pasiones».
«Esto es lo que hacen mis personajes en ese contexto histórico», en este caso, en el Berlín de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero la escritora insiste en que lo suyo no es una novela histórica, sino una obra en la que trata de ahondar «en temas universales que reflejan lo mejor y lo peor de la condición humana».
‘Victoria’ es, en palabras de su autora, «una historia de supervivencia, de lazos familiares, una historia sobre lo que estamos dispuestos a hacer por aquellos a los que amamos, a pesar de que la ingratitud y la traición puede llegar a destrozarlo todo».
«Es una historia de búsqueda de la justicia, de búsqueda de la verdad, de la toma de decisiones muy complicadas en las que tenemos que elegir entre lo que nos clama el corazón y lo que nos dicta la el sentido común».
De Berlín a Estados Unidos
Este libro, al igual que su novela anterior, está ambientado en Berlín, una ciudad que para Sánchez-Garnica tiene «una historia que contar en cada rincón», sobre todo en el período que abarca desde la Primera Guerra Mundial hasta la caída del muro en 1989.
En este caso, la novela transcurre en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en un Berlín arrasado y sin futuro aparente, donde Victoria, la protagonista de la historia, poseedora de una mente prodigiosa capaz de crear un poderoso sistema de cifrado de mensajes, sobrevive cantando cada noche en el club Kassandra.
Sin embargo, un chantaje sin escrúpulos por parte de los rusos la obligará a viajar sola a Estados Unidos, dejando atrás a su hija y a su hermana, y donde descubrirá que la que parecía la sociedad más democrática del mundo esconde una rancia capa de racismo e injusticias de la mano del Ku Klux Klan y el senador McCarthy.
Repetir los errores del pasado
Sánchez-Garnica destaca de esa época no se aleja tanto de la actual, pues en estos momentos nos hemos convertido en una sociedad «muy acomodada» y «vulnerable». «Nos sentimos demasiado protegidos, demasiado impunes a cualquier mal y no creemos que nadie nos puede quitar los derechos que tenemos y el Estado de Bienestar que tenemos».
«Nos estamos mirando demasiado el ombligo», asegura, y advierte de que en estos contextos siempre surgen «salvadores de la patria que nos dicen que nos van a arreglar todos los males del mundo y les seguimos ciegamente».
A su juicio, «ese es el error», que «no aprendemos» y en estos momentos, «hay un exceso de información que no cribamos», sino que solo consumimos aquella que nos gusta o nos encaja, «y una sociedad que es incapaz de cribar la información y analizar lo que se le dice, se convierte en una sociedad vulnerable y por lo tanto manipulable».
Afirma que lo que ha pasado en Valencia con la dana, al igual que pasó con la Covid, es que nos creemos que podemos controlarlo todo y cuando sucede algo imprevisto no sabemos o nos cuesta reaccionar, aunque en el caso valenciano, destaca, «ha reaccionado antes el pueblo, que los que debían de haber reaccionado, que son los políticos».
«La gente corriente, esa de la que yo hablo en mis novelas, es la que ha puesto manos a la obra y se pone de barro hasta el cuello para sacar adelante algo que es mucho más grande que ellos mismos».
Ganar el Planeta es llegar a una meta
Para Sánchez-Garnica ganar el Premio Planeta es ha sido como llegar «a una meta después de un largo camino» de más de cuatro décadas, de las cuales las dos últimas las ha dedicado solamente a escribir, y en las que ha tratado de construir lo que quiere ser, hacer y transmitir en esta vida.
erzo, de mucho trabajo, de muchos obstáculos, pero también un camino absolutamente apasionante y fascinante», relata, y afirma que a partir de ahora, ve «un horizonte ilusionante» que le hace sonreír y en el que seguirá escribiendo, pero sabiendo que ha pasado a formar parte de un club de privilegiados.
Esta novelista cree que las escritoras están viviendo un buen momento y aunque han tardado en llegar, lo han hecho para quedarse, y añade que a pesar de que todavía persisten los prejuicios, sobre todo por parte de los hombres, poco a poco se van dejando atrás.