León (EFE).- Las criticas a Genarín le llueven como el tiempo a la Semana Santa pero a pesar de sus detractores triunfa en la noche del Jueves Santo con la masiva participación en el ‘Entierro de Genarín’, la procesión pagana y borracha de orujo que, aunque a muchos les pese, es una seña de identidad más de los días de la Semana Santa leonesa.
Se trata de una procesión que ha congregado ya de madrugada a miles de personas, entre los fieles más arraigados y los recién acogidos a la fe, que han participado en el ‘Entierro’ que conmemora la muerte de Jenaro Blanco: pellejero, mozo de estoque y muñidor; borracho muy amante del orujo y los burdeles.

Aquel Jueves Santo de 1929
En el Jueves Santo de 1929 dejaba su vida cuando realizaba sus necesidades en el tercer cubo de la muralla entre las ruedas de La Bonifacia, el primer camión de la basura de la ciudad.
El desfile, organizado por la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, tiene sus inicios en 1930 cuando un grupo de amigos se reunió para revivir las vivencias y lugares que frecuentaba el pellejero.
El cortejo lo formaban, con algunos añadidos de ocasión, cuatro hombres: Pérez Herrero, mecánico-dentista y poeta de cierta fama; Luis Rico, aristócrata y bohemio; Nicolás Pérez ‘Porreto’, árbitro de fútbol, y Eulogio, taxista por profesión y coplero por devoción.
Bacalao, sopas de ajo y una naranja
Con el tiempo y la tradición fueron conocidos como los cuatro ‘evangelistas’ de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín.
Así, el evento se ha iniciado con la tradicional comida entre los hermanos, a base de bacalao, sopas de ajo y una naranja de postre.
Posteriormente, y ya con los primeros coletazos orujeros, se ha procedido al ‘bautismo’ con aguardiente de los nuevos cofrades.
Tras el hermanamiento que siempre propicia el buen orujo, y antes de la medianoche, los cofrades se han dirigido a la calle Puerta Moneda, donde se ha iniciado la ‘procesión’ camino de la plaza del Grano.
«Genarín valiente, queremos aguardiente»
Ánimos exaltados pese al frío se han acentuado a medida que avanzaba el cortejo del Entierro de Genarín por el itinerario que ha conducido al santo pellejero dando tumbos a la plaza de San Martín, donde más fieles se han unido a la procesión tras horas de matar ‘judíos’, una limonada con alcohol que es la bebida clásica en la Semana Santa leonesa.
«Coca Cola asesina, el orujo al poder» o «Genarín valiente, queremos aguardiente», han sido sólo algunos de los gritos de los más devotos que se han dirigido a la vieja muralla en la calle Las Carreras.
La procesión del Entierro de Genarín, que imita ciertos dejes pasionales, ha estado conformada por un primer paso: orujo, naranjas, queso y una corona de laurel, en cuyo trono se sitúa un barril de orujo y al que precedían el estandarte de la cofradía y los cuatro cabezudos en representación de los ‘evangelistas’.
A este primer paso le ha seguido el de la ‘Moncha’, la prostituta que encontró el cuerpo moribundo de Jenaro, la figura de la muerte y el paso de Genarín botella en mano y agarrado a una farola.
Ronda lírica por Genarín
Un desfile variopinto que también se caracteriza por ser una ronda lírica, que realiza varias paradas durante su recorrido para la lectura de versos satíricos que mezclan la actualidad con la historia ‘genariana’ y que siempre finalizan con el dicho: «¡Y siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria una copina de orujo!»
Tras recorrer calles y plazas del León antiguo y con una lluvia incipiente, la multitudinaria comitiva del Entierro de Genarín ha llegado al lugar exacto de la muralla en el que murió atropellado Jenaro, al que se ha regresado tras varios años por la pandemia y por las obras que se han acometido en la zona.
Ofrenda por Genarín
Los de la Cofradía han accedido desde la calle de San Albito en vez de por la avenida de Los Cubos, ya que por motivos de seguridad no se ha podido acceder a la zona del foso.
Allí el hermano colgador ha realizado la tradicional ofrenda escalando la muralla, para depositar una hogaza de pan, una botella de orujo y una corona; momento final y estelar del ‘Entierro de Genarín’, en el que los rones, whiskys y demás alcoholes ya habían realizado estragos entre algunos de los devotos y cofrades.