Vicente M. Roso | Mérida (EFE).- Fomentar los indultos a presos en época de año jubilar y que no sólo se reclame dicha condonación en Semana Santa es la idea que la Iglesia católica ha trasladado a las pastorales penitenciarias de cada diócesis para que lleven a cabo dicho acto, que se eleva como petición al Gobierno.
Esta Semana Santa el Ejecutivo ha indultado a seis condenados, dos hermanos en Málaga y el resto en Granada, Jaén, Zaragoza y León, que cumplían distintas penas por delitos contra la salud pública, hurto y receptación.
Además, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli y María Santísima del Rocío de Melilla cumplió la noche de este Jueves Santo la tradición de liberar un preso en su estación de penitencia, que lleva realizándose de manera ininterrumpida desde 2001, hace casi un cuarto de siglo.

Herramienta de reinserción
Y es que es tradición en ciertas cofradías reclamar esta condonación de la pena al Ministerio de Justicia, algo que se ha dado también en hermandades de Salamanca, Logroño y Valladolid. Precisamente desde esta última localidad se han puesto en o con la pastoral penitenciaria de Cáceres para colaborar en un indulto el próximo año.
Para Pedro Escalante, voluntario de dicha pastoral y criminólogo retirado, con la dilatación en el tiempo de esta herramienta, al igual que el tercer grado o el permiso penitenciario, se facilita la reinserción y resocialización del reo, fin para el que están realmente pensadas las penas en España y no tanto para un aspecto «punitivo, casi vengativo».
«Otro cumplimiento de pena es posible», asegura este voluntario, quien a su vez critica el «oscurantismo y la poca transparencia» en el algoritmo del sistema judicial español para la concesión de permisos y beneficios penitenciarios, el llamado TVR, «no modificado desde 1993», lamenta.
Semana Santa en Cáceres
En el caso de Extremadura, con dos centros penitenciarios en Badajoz y Cáceres, la tradición por Semana Santa de reclamar soltar a un preso sólo se ha dado en la capital cacereña, por la cofradía de los Ramos, pero, en su caso consistía en adelantar unas semanas la puesta en libertad prevista del reo.
Así, éste participaba en la procesión de forma anónima con capuchón y acompañaba al Cristo del Perdón de la iglesia de san Juan desde la sede del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEX) en la plaza de la Audiencia, donde se realizaba un acto con las autoridades civiles y judiciales presentes.
Sin embargo esto se dejó de hacer en 2013, tras una década en la etapa actual de la cofradía y otro periodo hasta los años 70 desde casi los inicios de la hermandad, fundada en 1946, por el trámite burocrático que suponía y la buena aceptación que tuvo el cambio de itinerario del paso que procesiona en Martes Santo, sin ya pasar por el TSJEX.
Antes la procesión bajaba incluso hasta la prisión provincial, aunque con la imagen de otro Cristo, el de la Buena Muerte, y allí se indultaban a condenados, tanto hombres como mujeres, siempre por delitos no de sangre, la mayoría por contrabando o pequeños hurtos, llegando a liberar a cinco personas en un mismo año.
Indulto o perdón
Así lo ha explicado a EFE el mayordomo de los Ramos, Luis Manuel Rodríguez, para quien esta tradición se enraiza en la Semana Santa para «potenciar la celebración de la reconciliación», puesto que, como indulgencia, indulto es «perdón».
Y es que ya el papa Francisco en la bula de promulgación del actual año jubilar urge a pedir a las autoridades la condonación de penas, algo que forma parte del «espíritu» del Jubileo, que se celebra cada 25 años y que ya, según los evangelios, benefició al condenado Barrabás, indultado hace dos milenios por el pueblo en detrimento de Jesucristo.
«Jesús fue ajusticiado injustamente, fue preso, sufrió dos condenas, de un tribunal religioso y otro civil, fue encarcelado, pasó por torturas y al final murió por sentencia de muerte; es decir, se identifica directamente con los presos», ha expuesto el sacerdote Miguel Ángel Morán, quien, entre otras tareas, celebra la misa dentro de la prisión cacereña.
No obstante, dentro de la asistencia de los doce voluntarios de la pastoral penitenciaria de la Diócesis de Coria-Cáceres no sólo está la asistencia religiosa, con un catecumenado de adultos y celebraciones litúrgicas, como los oficios de Semana Santa o las misas semanales.
Pastoral penitenciaria
Así, también dan ayuda jurídica a los presos que lo desean, resolviendo sus dudas, y acompañan con las salidas terapéuticas para promover su reinserción social y, por otro lado, facilitan la tutela de internos durante los permisos de libertad de varios días para aquéllos que no tienen familia a la que acudir.
«La participación de los presos es voluntaria, pero tenemos lista de espera para cada actividad. Participan de todas las religiones», concluye Morán.
A su juicio, la labor de la pastoral penitenciaria, e incluso los indultos, es también una «obra de misericordia» que en los evangelios nombra Jesús identificándose con «las periferias existenciales», como los presos: «estuve en la cárcel y vinisteis a verme».