Nairobi (EFE).- Nadie en el barrio imaginaba que Mburu fuera pandillero, hasta que un día la policía lo fichó y le disparó a bocajarro. Fue entonces cuando el primer esgrimista en representar a Kenia decidió cambiar radicalmente su vida y la de decenas de chavales de Nairobi que, como él, podrían haber tomado «el camino equivocado».
Hoy el club Tsavora Fencing Mtaani tiene 45 alumnos y es una referencia para el suburbio de Mathare, en Nairobi, gracias a la ilusión y el tesón de su fundador, Mburu.
«Quería cambiar para ser un ejemplo en la comunidad, una figura positiva», declara a EFE en el pequeño espacio del centro social donde entrenan.

Adolescentes kenianos del club Tsavora Fencing Mtaani entrenan en una parada de autobús en el Distrito Central de Negocios de Nairobi, Kenia. EFE/Daniel Irungu