Xavier García |
Outes (A Coruña) (EFE).- Unos alumnos preparan la merienda para sus compañeros en el centro, luego todos se encargan de recoger la mesa y los desperdicios para llevarlos clasificados a un compostero, cuyo abono se llevará a la huerta, en la que todos cultivarán y recogerán los alimentos para una nueva merienda.
Esta es una de las tareas para aprender el ciclo natural que realizan aplicadamente los niños en el Colegio Público de Educación Infantil y Primaria de Outes (A Coruña), que acaba de recibir un premio del Ministerio de Educación como uno de los diez centros más sostenibles de España.
Pero no es la única relacionada con la sostenibilidad. Los alumnos también van a la playa a limpiarla y recoger maderos para los bancales del huerto o forman «patrullas ecológicas» infantiles que recogen los residuos del patio escolar.
El centro ha creado un «Consejo de la Infancia» en el que participan los pequeños y toman decisiones sobre las cosas que les afectan a todos, como, por ejemplo, crear una fuente para suprimir las botellas de plástico de agua mineral.

Al lado del colegio hay un campo de fútbol desde el que los espectadores tiraban basura al patio, por lo que los alumnos decidieron hacer unos carteles advirtiendo de que no se podían tirar los residuos al colegio.
«La idea es montar la sostenibilidad dentro del centro y llevar a los niños esa conciencia ecológica de pensar qué se puede hacer en el día a día frente a los problemas que surgen», ha explicado a EFE la directora del colegio, Maiuca Cortón.
Participación activa y transversal
Todos los niños del colegio, desde los tres hasta los doce años, toman parte en las actividades en las que «se trabaja mucho la autonomía y la participación» con «la ecología como tema transversal» a todo lo que se hace, dice la educadora.
Cortón cuenta que el modelo educativo del colegio se consiguió después de que un grupo de seis profesores, que se conocían de otros centros, se vinieran al de Outes hace cinco años y empezasen a trabajar en una propuesta diferente.
«Gracias a que tenemos un claustro muy implicado, que trabaja muchísimo y escribe muchos proyectos. Hay mucho debate pedagógico. Queremos una escuela democrática donde la infancia esté en el centro, de verdad, no solo en el papel», afirma la directora.

Desde entonces, las solicitudes de matrícula que reciben no han dejado de crecer y les llega alumnado de los ayuntamientos limítrofes buscando una enseñanza más integral.
Premio Innovagal de la Xunta
El centro ha recibido también el Premio Innovagal de la Xunta a la innovación pedagógica en 2024 y otro premio de buenas prácticas del Ministerio de Educación.
La educadora reconoce que se presentan «a todos los premios» ya que necesitan más financiación que la que les proporciona la Xunta para sus diferentes proyectos, y han logrado conseguir una vía extra de ingresos gracias a estas distinciones.
Otra de sus innovaciones consiste en poner en marcha dos horas al día, después del recreo, un programa de «libre circulación» en el que todos los alumnos pueden diseñar su itinerario formativo moviéndose a través de diferentes espacios.

Se crean unas zonas o ambientes específicos de trabajo en ciencias, arte o matemáticas por los que los niños se van moviendo según su edad y el objetivo de formación elegido, acompañados por los profesores.
«Hay mucha norma interiorizada, tienen una serie de tareas que cumplir cada trimestre. El objetivo es que el alumnado aprenda a organizar su tiempo de trabajo y observamos que cuando ellos pueden escoger se comprometen con su tarea», apunta Cortón.
El colegio incide mucho en la experimentación con la colaboración de los padres: una madre veterinaria llevó un día un cerdo al centro y los niños estuvieron analizando sus pulmones o viendo muestras de los tejidos en el microscopio. También observan los insectos o las lombrices que encuentran en el patio o en el compost.
Escuela de cuidado
Y también intentan promover la escuela del cuidado, entre los alumnos y hacia los demás, que se cuiden y se limpien los espacios comunes.
«Nuestra máxima es: uso las cosas y las tengo que dejar como estaban para el siguiente», resume la directora.
En el huerto, está Elena Ponte, una alumna de quinto de primaria a la que le «encanta» la clase de teatro y también cuidar las plantas que luego darán frutos con los que preparar la merienda para ella y sus compañeras.
«Me gusta mucho el cole por las actividades que hacemos. Es muy divertido, nunca nos aburrimos, los profes explican de una forma fácil de entender», dice mientras riega unas tomateras recién plantadas.

Otros alumnos de cuarto de primaria acaban de salir de una sesión de filosofía en la que se hacen preguntas y respuestas sobre un tema que ellos eligen. Hoy debatieron sobre cómo se imaginarían un mundo en paz.
«Que no haya guerras, pobreza, racismo, ni machismo, tener agua, comida, sanidad pública, que solo haya un país para que no hubiera conflictos», dice Xosé resumiendo las respuestas que habían escrito.
Otro compañero añade: «dialogar es el arma y respetar todas las opiniones que tengan un argumento sólido».