Logroño (EFE).- Cientos de logroñeses han cumplido este miércoles con la tradicional veneración del Cristo del Santo Sepulcro, tras la limpieza de la imagen realizada en la capilla de Los Ángeles de la concatedral de Santa María de La Redonda de Logroño.
Esta es la única ocasión en la que se puede contemplar fuera de su urna esta imagen del Cristo yacente, que cierra la procesión del Santo Entierro de Logroño cada Viernes Santo.

El acto, organizado por la Cofradía del Santo Sepulcro, ha contado con la asistencia de la presidenta del Parlamento riojano, Marta Fernández; el alcalde de Logroño, Conrado Escobar, junto a varios de la Corporación municipal; y la secretaria general del PP, Cuca Gamarra.
Mientras se realizaba en la intimidad todo el ritual de extracción del Cristo de su urna y posterior limpieza, decenas de logroñeses esperaban pacientemente en fila en la Plaza del Mercado para participar en el besapies, que se inicia cada año a las 12:20 horas.
Esta talla del Cristo fue donada a la ciudad en 1694 por el capitán logroñés Gabriel de Unsain, quien residía en Sevilla, y se cree que la imagen es un réplica de una pieza original que fue destruida posteriormente durante la invasión sa.
Gran devoción
El hermano mayor de la Cofradía del Santo Sepulcro, David Rioja, ha explicado a EFE que este es uno de los actos «más arraigados» dentro de la Semana Santa logroñesa, declarada de Interés Turístico Nacional.

«Es uno de los actos que despierta más devoción, tanto entre los de la cofradía, como en toda la ciudadanía. La capilla siempre está llena para asistir al acto de limpieza del Cristo», ha asegurado Rioja.
Este Cristo lleva en la ciudad desde el siglo XVII, por lo que «forma parte ya de Logroño y de su sociedad», ha relatado.
A su juicio, este acto congrega tanta expectación porque «es el único día del año en el que se muestra el Cristo fuera de su urna».

Así, ha constatado que «ver de cerca la imagen, poder tocarla y besarla transmite algo» muy profundo a los devotos, que desfilan durante varias horas por la capilla de Los Ángeles de la concatedral.
Durante esta veneración se ven lágrimas de emoción, sonrisas, pero sobre todo, mucho respecto por parte de los feligreses, que en ocasiones van acompañados de enfermos en sillas de ruedas o bebés de pocos meses y conservan los algodones que les entregan los cofrades para limpiar el Cristo antes de besar sus pies.