Logroño, (EFE).- La diócesos de Calahorra y La Calzada-Logroño tiene desde este sábado a un nuevo sacerdote, Valeriano Antoñanzas, que llega al ministerio a los 64 años, consciente de que está ya cerca del final de su vida laboral pero convencido de que «el tiempo de Dios es el que es y su llamada ha sido ahora».
En realidad, Antoñanzas (Calahorra, 1949) lleva vinculado a la iglesia en su localidad natal desde hace décadas, a la vez que mantenía su vida laboral primero en una empresa de Calahorra y luego por su cuenta como asesor, hasta que hace un lustro comenzó a colaborar en la istración de la diócesis y desde hace dos años es el máximo responsable de su economía.
Es decir, como reconoce, está vinculado a la iglesia «casi toda una vida y quizás la vocación ya la llevaba encima» pero «Dios hace las cosas como él quiere, su tiempo es el que es porque para él no hay tiempo».
Así, mientras colaboraba en su parroquia, con jóvenes, grupos de oración y otras actividades «la vocación fue aumentando» y decidió matricularse en Teología.
Todo hace que «quizás la vocación la tenía encima desde hace mucho tiempo y no me daba cuenta, mientras que hay otros que lo ven de forma inmediata» pero «al final ha salido lo que llevaba dentro».
El primer paso lo dio de la mano del ahora arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, mientras estuvo al frente de la diócesis riojana, con el que Antoñanzas se hizo diácono y luego, le comunicó su decisión de ser sacerdote al siguiente obispo, Carlos Escribabo «que no se si se vio sorprendido por la decisión, pero no lo vio nada mal».
Mucho tiempo en la vida sacerdotal
ite que su caso «no es igual que de un joven que vive en el seminario» aunque «yo he pasado muchos años cerca de la vida sacerdotal» y «tampoco me arrepiento de nada de la vida que he tenido antes, de una vida en la que he tenido muchas oportunidades de hacer el bien desde un punto de vista cristiano».
La ordenación de Antoñanzas llega después de que hace dos años se ordenara Fernando Sancha, que entonces tenía 50 años.
Es decir, aunque La Rioja suma dos nuevos sacerdotes ambos tienen una edad avanzada «y claro que es una pena ver como el clero de la comunidad va envejeciendo y hay muy pocas vocaciones, al menos en nuestra región, porque en otras sí que hay más», pero «a veces Dios quiere las cosas así y hay que tomarlo así», asume el que desde hoy será cura de su parroquia » de toda la vida» la de Santiago en Calahorra.
No obstante se mantendrá como ecónomo de la diócesis, una labor que le encomendó quien le ordena hoy, el obispo Santos Montoya y «en la que hay mucho jaleo» para mantener «una economía bastante saneada».
La Rioja cuenta con 260 sacerdotes y este mismo fin de semana verá como otra persona da un paso importante hacia el ministerio, ya que el domingo se ordenará como diácono Nacho Pere.