Rebeca Palacios | Haro (La Rioja) (EFE).- La primera semana de marzo de 2020 supuso para Laura Rivado, entonces alcaldesa de Haro (La Rioja), un ejercicio continuo de tomar decisiones sin dudar y actuar de forma rápida, en unos días de «mucha incertidumbre», en los que, ha recordado a EFE, tuvo que gobernar «sin manual de instrucciones».
Haro, conocida internacionalmente por su multitudinaria ‘Batalla del Vino’ y el enoturismo de su barrio de bodegas centenarias, saltó hace cinco años a los informativos nacionales por concentrar uno de los primeros focos en España de infectados con covid-19, aunque, en esos días, los bulos y las falsas noticias se expandieron más rápido que el propio virus.
Agentes del Grupo de Acción Rural (GAR) de la Guardia Civil, protegidos con equipos epi, tuvieron que desplegarse por esta localidad de 12.000 habitantes para obligar a permanecer confinados a los contagiados, muchos de ellos familiares que habían asistido días antes a un funeral en Vitoria, mientras circulaban rumores, que no eran ciertos, de que toda la ciudad estaba cerrada en cuarentena.
Mientras Haro abría los informativos de televisión, se acercaba una pandemia mundial que comenzaba a extenderse por España desde este municipio riojano, donde las autoridades sanitarias habían detectado un número «inusual» de contagios, ha detallado Rivado.
Cancelaciones que salvaron vidas
Para ella, antes de declararse el estado de alarma, esos primeros días de marzo hubo «mucho trabajo» porque había que estar operativos al cien por cien y «tomar decisiones fuera de la competencia municipal», como el cierre del cine, el teatro y la piscina; además de cancelar los juegos deportivos escolares y los actos del Día de la Mujer durante el fin de semana del 7 y 8 de marzo.
«Estoy convencida de que si no hubiésemos cancelado todo eso, habría habido muchos más contagios. A la larga, se ha demostrado que fue la decisión correcta y se salvaron vidas», ha relatado.
Rivado, cuyos dos hijos tenían entonces dos y cuatro años, tiene grabada en su memoria «de por vida» el plato de lentejas que les estaba dando para comer cuando recibió la llamada del entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, para ofrecerle toda la ayuda necesaria, lo que le obligó a asumir que «la cosa era muy seria».

‘Haro se portó de 10’
A pesar de la incertidumbre inicial, ha asegurado que «Haro se portó de 10» esos días y todos los jarreros actuaron «con muchísima responsabilidad, porque en pocos días se vio que la covid-19 no era una broma».
Cada uno colaboraba en lo que podía, ha rememorado, una empresa de productos de cosmética realizados a partir de uva se puso a fabricar gel hidroalcohólico, las amas de casa cosían mascarillas, los concejales trabajaron sin importar el color político y todos los ciudadanos se volcaron para que los casos descendieran.
«Siempre te queda el recuerdo de los fallecidos, de los familiares que no pudieron despedirse de los suyos, de las residencias de mayores cerradas sin recibir visitas», reflexiona junto al monolito colocado bajo un olivo en los Jardines de la Vega como homenaje a las víctimas de la covid-19 y en reconocimiento a todos los profesionales por su lucha «valiente y generosa» contra la pandemia.
«Siempre te queda el recuerdo de los fallecidos, de los familiares que no pudieron despedirse de los suyos, de las residencias de mayores cerradas sin recibir visitas», reflexiona junto al monolito colocado bajo un olivo en los Jardines de la Vega como homenaje a las víctimas de la covid-19 y en reconocimiento a todos los profesionales por su lucha «valiente y generosa» contra la pandemia.
Meses después, el 27 de diciembre, Haro volvió a saltar a las portadas de los medios de comunicación porque la primera persona vacunada frente a la covid-19 en La Rioja fue Javier Martín, un residente de la Residencia Hogar Madre de Dios.

Vino caliente especiado
Aunque se ha demostrado que la ciencia logró parar la pandemia, en aquellos días algunos ciudadanos de Haro optaron por remedios naturales, como Mariana Florea, hostelera que actualmente regenta junto a su hijo Laurian el céntrico bar ‘El barquito’ en los Jardines de la Vega.
Esta rumana, afincada en España desde hace 19 años, ha dicho a EFE que ella solía tomar en su país un vino caliente, especiado con canela, pimienta negra, clavo y azúcar, que tradicionalmente se usa como remedio para prevenir los resfriados y que mantuvo sana a su familia toda la pandemia.
«Pasé por whatsApp la receta del vino a mis os y, semanas después, me llegó de vuelta», ha precisado, en recuerdo de todos aquellos mensajes masivos que se difundieron sobre la covid-19, muchos de ellos sin demasiada evidencia científica.
En Haro se vivieron esos días antes del confinamiento «con normalidad», ha indicado su vecina Beatriz Rivera, quien ha explicado a EFE que los jarreros estaban «enfadados» por la imagen de la ciudad en los medios de comunicación los primeros días de marzo de 2020.
«Parecía que estábamos todos confinados y que había mucho covid-19, pero no era para tanto», ha relatado Rivera, empleada en un supermercado, por lo que tuvo que trabajar toda la pandemia «con la incertidumbre» de estar expuesta al virus sin medidas de protección al principio.