Una chica consulta su teléfono móvil en una imagen de archivo. EFE/ J.M. García

Experta sostiene que el «multiestímulo» de los dispositivos puede incidir en la memoria

Eduardo Palacios |

Logroño (EFE).- Vivimos en mundo de «multiestímulos» que nos llegan de forma constante a través de pantallas de teléfono o de otros dispositivos, algo que, sin darnos cuenta, puede afectar a nuestra capacidad de atención y, con ella, a la memoria a corto plazo.

Así lo ha explicado a EFE Clara Aurora Rodríguez López, profesora del Máster Universitario en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Subraya que para ella, «el problema no es la herramienta, porque se demoniza a los dispositivos, pero el problema real es el uso que hacemos de ellos» porque «lo que hace nuestro cerebro es adaptarse a lo que le proponemos».

«En realidad la parte principal de la memoria, la episódica, en la que está a algo parecido a nuestra autobiografía, con lo que nos ha pasado o nuestros recuerdos personales, esa no se ve afectada a no ser que estemos permanentemente distraídos, desconectados de la realidad, en cuyo caso el problema es otro y no el de la memoria», detalla.

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Imagen de archivo de una chica con su teléfono móvil. EFE/J.M. García

Memoria inmediata afectada

Pero existe otro tipo de memoria, la inmediata, «la de trabajo y la que usamos en el día a día» que «sí que se puede ver afectada por el uso que hacemos de la tecnología» porque «saturamos nuestra atención, no podemos captar bien todos los estímulos que recibimos y eso sí incide en la memoria».

«Si yo no capto bien algo, no lo registro porque paso enseguida a lo siguiente, no lo voy a recordar», detalla y «el problema es que algunas aplicaciones están construidas para favorecer que no se preste atención, para pasar de una pantalla a otra rápidamente».

Esa situación representa un problema especialmente para los adolescentes, que tienen un cerebro en construcción «pero ven continuamente imágenes tan rápido que no las pueden procesar».

«Hay casos en los que se llega a ver veinte o treinta vídeos en poco más de un minuto y de todo eso solo se puede recordar una cosa, porque no se llega a procesar toda la información» explica Rodríguez López.

Desconexión del mundo

Esta experta no cree que el problema sea no recordar esos vídeos «sino que probablemente esos chavales no lleguen a recordar dónde han visto esos vídeos o con quien estaban» porque «esos hiperestímulos favorecen una desconexión del mundo consciente, ya que al recibir tantos estímulos el cerebro elige no procesar otros».

Los expertos saben desde hace muchos años que «el cerebro está hecho para captar estímulos» con lo que «esas aplicaciones han sabido leerlo muy bien» y «nos bombardean con estímulos que no se pueden llegar a procesar».

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Imagen de archivo de una niña en su casa con una tableta. EFE/Jordi Ferrer

Asume que «estamos todavía muy al principio de conocer estas cuestiones» y «es cuando se están empezando a hacer estudios en profundidad» pero «ya empezamos a conocer cómo se configura el cerebro al llegar ese tipo de información».

«Ya sabemos que el cerebro de los nativos digitales está configurado de forma diferente a quienes no hemos nacido en ese entorno», asegura.

Pero «no solo es una cuestión de los niños o los jóvenes, a los adultos también nos puede cambiar el cerebro por el uso de la tecnología».

Cambios en el hipocampo

De hecho «se hizo un estudio entre taxistas de Londres, para ver los efectos que tiene el uso del GPS y se ha comprobado que había una diferencia en el hipocampo del cerebro entre las personas normales, que se mueven con esa herramienta, y los profesionales que utilizaban mucho más su habilidad y su experiencia».

«El hipocampo es una estructura muy importante para la orientación espacial y para el aprendizaje y se comprobó que era mucho mayor en los taxistas que en quienes no lo eran, porque debían utilizarlo más a diario», detalla.

Cree que «eso nos va a pasar a nosotros en comparación con nuestros hijos» porque «lo que hace el cerebro es adaptarse al uso, es como un músculo que se desarrolla más en función de cómo se utiliza».

Imagen de archivo de un cerebro. EFE/Fernando Alvarado

Es ahí «donde hay que tener cuidado y ser capaces de que la memoria no sustituya al procesamiento de información, porque es entonces cuando modificamos la capacidad de atención y la memoria».

Un ejemplo claro de todo esto se da en la educación «en donde afortunadamente hay cada vez más docentes formados en cómo funciona el cerebro de los niños» y «se evita el aprendizaje pasivo que se hacía hace décadas».

«Sí que es cierto que la llegada de las tabletas a las aulas ha sido un cambio, pero en general se está haciendo bien, se busca que esos dispositivos no sean un sustituto de lo que los chavales tienen que hacer, sino un apoyo» aunque «también es importante que se siga usando el papel y el boli, porque la escritura es una parte de nuestra función cognitiva», concluye la experta.