Àlex Gutiérrez |
Barcelona (EFE).- Cataluña ha vivido este viernes el primer día de emergencia por sequía con preocupación por la alarmante falta de agua y tratando de adaptarse a la nueva realidad en las actividades económicas, a los parques secos, las fuentes sin agua y las duchas cerradas en los centros deportivos.
La emergencia se esperaba desde hace meses en Cataluña y ha llegado formalmente este viernes, cuando el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (DOGC) ha publicado la resolución que declara este estado, el más grave de todos, para seis millones de catalanes de Barcelona y Girona.
Lo peor, para Barcelona y parte de Girona
El nuevo estadio incluye las restricciones más severas para los 202 municipios del sistema Ter Llobregat, que abastece el área metropolitana de Barcelona y parte de Girona, pero no son los únicos: también están en emergencia desde hace meses el acuífero del Fluvià Muga (Girona), el embalse de Darnius Boadella (Girona) y el de Riudecanyes (Tarragona).

La fase de emergencia es la más grave de todas y en el primero de sus tres estadios la dotación de agua máxima es de 200 litros por habitante y día para todos los usos (comercial, industrial, lúdico o personal).
Entre otras medidas, se reduce en un 80% el consumo agrícola, en un 50% el de ganadería y en un 25% el industrial, el mismo porcentaje que se aplica para usos recreativos.
Los efectos de las restricciones
Las repercusiones se podrían ver pronto reflejadas en los bolsillos de los consumidores: el sector de la leche ya ha avisado de una previsible subida de precios porque la falta de agua en los campos va a encarecer la alimentación de las vacas.

En la ciudad, sin alterar demasiado su actividad habitual, los barceloneses han acatado las restricciones por la sequía para paliar el déficit hídrico que sufre el territorio con la máxima normalidad posible pero sin esconder la preocupación.
Tampoco la esconde el conseller de Acción Exterior de la Generalitat, David Mascort: «No estoy preocupado, estoy preocupadísimo», ha recalcado en una entrevista en Rac1.
El lavado de coches, limitado
Entre las numerosas restricciones, destaca que no se puede lavar el coche uno mismo con agua de la red, sino solo en establecimientos acreditados para esta actividad.
«Gracias a Dios, no hemos notado un gran cambio porque ya usábamos agua reciclada desde antes de las restricciones», explica a EFE Matías, que trabaja en el Túnel de Lavado Taquígraf Serra en el distrito de Les Corts de Barcelona, a donde acuden a diario una cuarentena de personas para lavar sus vehículos.
Cuenta algo similar Daniel Rodríguez, propietario de Autolavado Navas, por el que pasan un centenar de automóviles cada día y al que las restricciones no le han supuesto un contratiempo al tener desde hace años un sistema de recirculación del agua.
«El agua que usamos pasa por unos filtros que tienen una serie de tanques que la lavan y, posteriormente, sale por las fuentes que hay alrededor», relata Rodríguez, quien apunta que el agua reciclada que usan «no es potable, pero no tiene impurezas».
Los jardines y zonas verdes, algo diferentes
Los barceloneses, o turistas, que hoy gozaban de un clima caluroso para ser febrero, paseaban por jardines con césped pelado y fuentes características como la de Plaza Cataluña o Plaza España, que están secas y pobladas de palomas, una imagen que desde hace tiempo constituye la nueva realidad de la sequía en la capital catalana.

Ante la emergencia por sequía, ha quedado prohibido el uso de agua para el riego de jardines y zonas verdes, tanto privadas como públicas, excepto si es para la supervivencia del arbolado o jardines botánicos públicos y siempre que se haga con aguas regeneradas o freáticas.
Las pistolas de agua a presión de los operarios del servicio de limpieza del Ayuntamiento de Barcelona lanzaban este viernes, como desde hace un tiempo, agua procedente de capas freáticas, en una ciudad que de momento está por debajo del consumo máximo de 200 litros por habitante y día (está en torno a 173).
Instalaciones deportivas sin duchas
Eso sí, quien ha acudido este viernes a jugar algún partido de ligas de fútbol amateur de fútbol se ha encontrado con duchas restringidas.
Todas las instalaciones deportivas municipales han reducido en un 25% las duchas disponibles en todos los vestuarios y queda prohibido que los equipos federados las usen después de los entrenamientos, aunque sí podrán hacerlo tras los partidos.
En cuanto el riego, solo se permite en campos de césped natural o de otras superficies que requieren riego para la práctica del deporte federado, siempre que se use agua regenerada o aguas freáticas y se pueda compensar de alguna manera la cantidad destinada al riego, lo que fuerza a algunos a cerrar duchas.
«Por suerte, hemos tenido una buena respuesta por parte de nuestros s, que entienden la situación por la que estamos pasando», indica a EFE José, empleado del centro Clic Sports Scala Dei, en el distrito barcelonés de Horta-Guinardó, donde han prohibido el uso de duchas para combatir la sequía.
Con un centenar de s inscritos en sus competiciones de fútbol 7, entiende que este cambio es «algo molesto» porque «muchos de ellos salen sudados y es algo incómodo», aunque celebra que «nadie ha puesto problemas».
Hasta que la situación no mejore, los catalanes deberán adaptarse a una realidad que ya afecta a algunos negocios y entornos urbanos.
Es por eso que algunos miran al cielo deseando que, de una vez por todas, las lluvias alivien la falta de agua y todo vuelva a la normalidad.