Hugo Barcia |
Nueva Delhi (EFE).- El ejecutivo de la primera ministra bangladesí Sheikh Hasina es la última pieza del dominó que ha caído en la lista de aliados de la India en el sur de Asia, una región que Nueva Delhi parecía tener bajo control hasta que los recientes cambios de Gobierno en Afganistán, Maldivas, Nepal y Bangladés le han hecho perder casi por completo su peso.
La hasta ahora todopoderosa Hasina era la aliada favorita regional de la India desde su llegada al poder en 2009, gracias a una política económica y exterior fuertemente vinculada a Nueva Delhi, y una férrea oposición al extremismo islámico en el país, enemigo común con el Gobierno nacionalista hindú.
Hasina cayó por una ola de protestas estudiantiles gubernamentales que sumieron a Bangladés en el caos durante cinco semanas y se saldaron con más de 400 muertos por la brutal represión policial.
Comunistas, una campaña anti-India y los talibanes
Apenas dos meses antes de la caída de Hasina en Bangladés, Nueva Delhi había sufrido un revés con la llegada al poder de KP Sharma Oli en Nepal, líder del Partido Comunista de Nepal-Marxista Leninista Unificado (N-UML), y que es considerado cercano a China.
Oli, ya había ejercido antes como primer ministro nepalí hasta en tres ocasiones, y todos sus Gobiernos estuvieron marcados por sus estrechos vínculos con Pekín mediante la firma de varios acuerdos comerciales.
Otro cambio similar experimentó el archipiélago de Maldivas el pasado noviembre, cuando el presidente Mohamed Muizzu asumió el poder después de su victoria en las elecciones presidenciales tras una campaña conocida como ‘Fuera India’ que abogaba por un acercamiento por China en su lugar.
La relación entre Nueva Delhi y Malé se ha mantenido tensa desde entonces, marcada por episodios como la petición por parte de Maldivas de que la India retirase a sus militares del archipiélago, o las burlas de varios ministros del Gobierno maldivo hacia el primer ministro indio, Narendra Modi, por unas imágenes publicadas en su perfil de X.
Este dominó había comenzado a caer años antes, cuando el Gobierno de Afganistán fue remplazado en 2021 por los talibanes.
La India había invertido unos 2.000 millones de dólares en varios proyectos para la reconstrucción de Afganistán durante los veinte años de República respaldada por Estados Unidos, muestra de la influencia que deseaba.
A esta pérdida de aliados en los últimos tres años, se suma una enemistad histórica con Pakistán desde la independencia de ambos países del imperio británico en 1947, lo que ha dejado a la India aparentemente solitaria en una región que hasta ahora le perfilaba como la potencia regional.
Crisis de reputación
El analista de política exterior Mohamed Zeeshan, atribuyó esta crisis de reputación de la India a su creciente influencia en la región, intentando servir de contrapeso a China y condenando a aquellos que se alinean con ella, lo que ha acabado provocando el rechazo de ciertos sectores.
«La India debe cambiar su política exterior y entender que así como ella puede mantener relaciones con Rusia y Estados Unidos al mismo tiempo, otros deberían tener derecho a hacer lo mismo entre China y la India», dijo a EFE.
Además, insistió en que la India debería apoyar el fortalecimiento de las instituciones democráticas del resto de países, aunque finalmente sea responsabilidad de los Gobiernos locales, sin sacar provecho de su inestabilidad.
En el caso de Bangladés, esto se traduce en que la India «debería haber empujado a Hasina a realizar reformas democráticas y fortalecer las instituciones» en lugar de apoyarla incondicionalmente y despertar el rechazo de la sociedad.
Junto a ataques contra propiedades de de la Liga Awami de Hasina, la violencia que ha seguido a la salida de la ex primera ministra ha dejado ataques contra algunas propiedades de hindúes en Bangladés, según medios locales.
La directora de iniciativas para el Sur de Asia de la ‘Asia Society’, Farwa Aamer, afirmó a EFE que el Gobierno indio debería hacer «algunos reajustes» en su relación con el nuevo Gobierno bangladesí, y ganarse de nuevo la confianza.
Ambos analistas, no obstante, ven complicado anticipar el impacto que estos alejamientos supondrán en la India, en un momento en el que Nueva Delhi asume un papel cada vez más relevante en el panorama global, convertido en un valioso aliado de Occidente para hacer frente a la influencia de China.
Un objetivo en el que la India ha retrocedido varios pasos en los últimos meses, mientras intentaba alzarse en la voz del Sur Global, y que ha dejado al país con el único apoyo del pequeño Bután y de una Sri Lanka que hace equilibrios para satisfacer a ambas potencias