Seúl (EFE).- El nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, dijo este miércoles que su prioridad es buscar la unidad nacional y que se deben dejar las confrontaciones en el pasado y restaurar la economía, seguridad y la democracia, durante su ceremonia de investidura celebrada frente a la Asamblea Nacional, en Seúl.
«Seré el presidente de todos, que abrace y sirva a todo el pueblo», declaró durante su discurso de inauguración.
Lee vistió una corbata con los colores azul, rojo y blanco, interpretada como un gesto simbólico de unidad nacional.
Un mandato de cinco años
El nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, comenzó este miércoles de forma oficial su mandato de cinco años después de que la Comisión Electoral Nacional del país asiático confirmara su victoria en las elecciones presidenciales del martes.

Lee asumió la presidencia de Corea del Sur a las 6:21 hora local (21:21 GMT del martes) con un discurso en el que prometió dejar atrás las confrontaciones ideológicas y recurrir a políticas útiles, «sean de Park Chung-hee o Kim Dae-jung», en alusión a dos expresidentes de orientación opuesta.
De cara al exterior, el nuevo mandatario apostó por una «diplomacia pragmática centrada en los intereses nacionales», en un entorno de transformación de la economía y de la seguridad globales.
Afirmó que reforzará la alianza con EE.UU. y dijo que su estrategia de maximizar los intereses nacionales no excluye el diálogo con Corea del Norte.: «Buscaremos maneras de coexistir con Corea del Norte. «La verdadera seguridad es no necesitar una guerra», expresó.
«Un presidente de la gente»

En clave interna y tras la grave crisis política desencadenada por la ley marcial, prometió «prevenir cualquier intento futuro de insurrección militar» como el que llevó a la destitución de su antecesor Yoon Suk-yeol.
«Las armas encomendadas por el pueblo fueron usadas para declarar la ley marcial. Eso nunca debe volver a suceder. Haré que los responsables asuman su responsabilidad y me aseguraré de que algo así no vuelva a ocurrir».
Lee prometió activar un equipo de respuesta económica de emergencia y reactivar el ciclo virtuoso de crecimiento con apoyo del gasto público.
También anunció inversiones en inteligencia artificial y nuevas industrias, y aseguró que su Gobierno impulsará una transición energética hacia fuentes renovables. «El cambio climático está amenazando el ecosistema de la gente».
Además, el nuevo presidente apostó por reforzar la industria cultural y convertir a Corea en una potencia del ‘poder blando’, haciendo menciones al K-pop, K-dramas, K-beauty y los demás sectores de la marca «K».
«Me convertiré en un presidente de la gente. Los coreanos, cuando nos volvemos uno, nos volvemos fuertes y podemos superar cualquier desafío», concluyó.
Su principal asesor, Kim Min-seok será el primer ministro
Lee Jae-myung nominó al diputado Kim Min-seok, su asesor de campaña y uno de sus confidentes más cercanos, como primer ministro.
Exactivista estudiantil y legislador durante cuatro mandatos, Kim jugó un papel fundamental durante la campaña presidencial de Lee, en el que supuso el primer anuncio del Ejecutivo desde la investidura de este miércoles.
«Kim aporta una amplia experiencia legislativa, un sólido conocimiento de políticas en asuntos de bienestar público, una perspectiva internacional y un liderazgo político unificador: es la persona ideal para liderar a la nación en tiempos de crisis y restaurar la economía popular», dijo Lee hoy en una rueda de prensa en la oficina presidencial.
La nominación del nuevo primer ministro requiere la aprobación parlamentaria tras una audiencia de confirmación.
Una ceremonia de investidura en formato reducido

Perteneciente al hasta ahora opositor Partido Democrático (PD), el liberal Lee ha asumido el cargo de forma inmediata, sin el habitual período de transición.
La ceremonia de investidura tuvo lugar en el interior de la Asamblea Nacional (Parlamento), en Seúl, en un formato reducido con 360 asistentes, incluidos líderes bipartidistas, legisladores y del Gabinete saliente.
Esto supone una clara diferencia con la toma de posesión de su predecesor, a la que acudieron más de 40.000 personas, y ha sido interpretado como una señal de sobriedad, tras la polémica que rodeó al expresidente Yoon Suk-yeol.
También llamó la atención la aparente ausencia del principal candidato rival del Partido del Poder Popular (PPP), Kim Moon-soo, quien formó parte del Ejecutivo saliente.