Asier Aldea
Pamplona (EFE).- Bidatz Irigoyen enseñaba con entusiasmo a sus padres, Javier Irigoyen y Ekhine Aparicio, el dibujo que acababa de pintar. Detrás de esa sonrisa de una niña de cinco años se escondía un deseo que le había pedido a Olentzero por carta hacía unos días: que los palestinos vivan libres.
Cuando su madre tenía su edad, también escuchaba acerca de los palestinos gracias a una amiga de la familia, pero por circunstancias de la vida no había podido unirse a esta causa. En ese sentido, Bidatz tenía buena parte de culpa de que sus padres estuvieran ahí, como reconocía Aparicio. “Ahora llega el momento de ver la realidad. Ahora que tenemos una hija también te replanteas muchas cosas y hoy había que venir”.
Al igual que Bidatz, otros niños y niñas se reunieron en la plaza de Baluarte el pasado sábado acompañados de sus padres para escribir, pintar, dibujar, leer y mostrar su apoyo a los niños y niñas palestinos en un acto de homenaje impulsado por las plataformas BDZ Nafarroa y Yala Nafarroa con Palestina, con motivo del Día de los Santos Inocentes.
Allí se realizó una lectura ininterrumpida de las 18.072 infancias segadas a manos del ejército israelí en los últimos 14 meses; una cifra que desgraciadamente se había tenido que ir actualizando día a día desde que se anunciase este acto hace más de una semana.
Además, se contó con la participación de la cuentacuentos La Diverxa Cristina Martínez, quien narró cuentos palestinos, historias que ha recopilado la organización de Médicos del Mundo y otros creados por una profesora de Valencia, antes de que comenzase la lectura, así como cartulinas para que los más pequeños pudiesen dibujar y poner mensajes a los niños de Gaza.

El espacio ha estado cargado de simbolismos, como la presencia de juguetes esparcidos por el suelo, representando el escenario que deja detrás de sí la guerra, plásticos negros para que los lectores dejasen algún mensaje y un cubículo blanco en el que se proyectaba la sombra de algunas personas que citaban los nombres.
Estas horas de memoria y reivindicación, como han señalado desde las plataformas, ha buscado mostrar el apoyo de la sociedad civil a la población palestina, hacerla presente en la sociedad navarra y tomar conciencia de la tragedia que supone todas esas víctimas.
El acto también ha supuesto la oportunidad de que niños y niñas navarros conozcan y tomen conciencia de la vida de los niños y niñas gazatíes; un puente entre niños separados por miles de kilómetros, a los que también les distancia una infancia completamente diferente.
“Es importante que Bidatz conozca la realidad en la que vivimos. Que no todo es bonito y ella por suerte ha podido disfrutar de un Olentzero, de comida, una casa y amor, y que hay otros niños en el mundo que no”, ha explicado Aparicio en declaraciones a EFE.
La lógica de un niño
Gaxan Sad Irisarri nació en Naplusa, una ciudad del norte de Cisjordania, y vivió hasta los ocho años en Yenín, momento en el llegó a Navarra con la primera intifada. Ahora ya es un adulto y acude a este acto con su hijo Iskandar Sad Calvo, de 9 años.
“Es importante que los niños y niñas vean lo que se viven en otros lugares. Estamos en fechas navideñas, pero hacemos un parón para recordar que hace 2.000 años Herodes cometió un genocidio y que ahora se sigue cometiendo otro, justificado por medios de comunicación y partidos políticos”, ha denunciado Sad.
Su familia se encuentra bien, aunque ve con preocupación cómo su abuelo de 96 años, demás familia y compatriotas viven en un lugar en el que “entran los colonos y hacen lo que les da la gana, se han cargado las carreteras, los cables electrónicos y entradas de agua”.
Cuando se le pregunta a Iskandar qué opina de lo que está corriendo en Gaza, aplica una lógica muy simple: “No puede seguir así. Si son inocentes son inocentes. No mates a gente por matar”.
Durante el acto, algunos lectores no pudieron ocultar la emoción, madres y padres a los que la voz les temblaba al nombrar niños y niñas que inevitablemente se hilaban con los suyos.
“Nos acerca un poco a entender realmente qué está pasando ahí. Cuando he leído, he pensado en esos niños como lo son también mis hijos o todos los que están aquí, entonces no puedo evitar emocionarme…” pudo atisbar Cristina Arroqui con dificultad ante la emoción.
Una luz ante el silencio
Los nombres y las horas se iban amontonando. A las cinco y media de la tarde del día 29 ya no quedaba espacio en el plástico negro y había caras nuevas entre la gente, aunque algunas eran las mismas que la mañana anterior.
Lidón Soriano, de Yala Nafarroa con Palestina, estuvo durante la noche y se mostraba muy contenta con la reacción de la gente durante todo este homenaje: “Una vez más nos ha sorprendido gratamente la respuesta de la sociedad navarra porque era un reto que planteábamos el estar 30 horas ininterrumpidas leyendo los más de 18.000 nombres y la gente ha respondido incluso por la noche, que eran los momentos más complicados. No hubo ningún momento en el que las personas de la organización tuviéramos que quedarnos para leer porque no hubiese gente”.
En los momentos finales, la propia Soriano ha revelado una reflexión de una persona que leyó por la noche: “Aunque no le veía al principio mucho sentido el estar recitando nombres en una plaza fría y desierta, reconozco que ha sido súper emotivo poner el corazón en cada uno de los nombres que iba leyendo y traer a la luz a cada una de esas niñas y niños asesinados. Y sí, tenía mucho sentido hacerlo por la noche. Ese silencio frío que recogía los nombres que íbamos recitando era el mismo silencio del mundo ante la muerte de cada una de esas víctimas inocentes”.
Como despedida, los presentes reunieron en silencio todos los juguetes y los colocaron en el centro del espacio, tapándolos con una sábana blanca y fueron despedidos con un aurresku.
Como recordaron desde las organizaciones, aquella despedida bajo la música y los pasos del dantzari no terminaba ahí. Igual que los días previos, igual que durante cada hora y nombre que se leía, la lista siempre ha estado incompleta: “Somos conscientes de que la lista que ayer empezamos hoy ha dejado de ser completa”.