Bilbao (EFE).- La juventud de Euskadi expresa que la sociedad le hace sentir mal, busca «refugios emocionales» en sus amigos y la familia escapando de entornos digitales, mientras la precariedad laboral les afecta a su salud mental y casi la mitad no prevé tener hijos.
El estudio realizado entre BBK Kuna, DOT y la Universidad de Deusto, denominado «Erupción emocional Z», profundiza en el bienestar de los nacidos entre 1995 y 2020, con 1.000 encuestas entre jóvenes vascos a lo largo del 2024 y además congregó a 10 de ellos en la sede de BBK en Urdaibai para profundizar en los análisis.

Los participantes constatan que la pandemia y el confinamiento «les ha hecho un agujero en su vida, ha cambiado su forma de ser», según afirma un 63 %, ha expuesto el investigador de la Universidad de Deusto, Braulio Gómez.
«Se les rompió su capital social» cuando tuvieron que encerrarse y eso les generó un miedo hacia el futuro «como nunca había ocurrido antes desde la Segunda Guerra Mundial».
«Se sintieron solos», han reconocido, porque sus redes sociales se limitaron a las digitales.
Sin embargo, ha valorado Gómez, «solo un 7 % dice que ese bache emocional no les ha servido de nada». Un 53,2 % estima que le sirvió para conocerse mejor, un 48 % para ordenar sus prioridades y un 43,4 % para descubrir a sus verdaderos amigos.
Se sienten solos
Según los datos recogidos, aún hoy, 1 de cada 4 personas jóvenes se sienten solas y un 15 % se siente abandonada frecuentemente, al tiempo que han comunicado su necesidad de buscar constantemente «una comunidad cercana y de apoyo».
Buscan amigos y familia
La juventud vasca escoge aparcar las redes sociales digitales para disfrutar de su tiempo libre y prefiere estar con amigos (61,2 %) y familia (57,5), disfrutar del deporte (60,3 %) y de la naturaleza (56,5 %) y estar con su pareja (53,4 %).
Por contra, han expresado que el uso del entorno digital les causa fatiga física y visual al 26,9 %, fatiga mental al 25,6 % y hasta un 7 % expresa sentir ansiedad, frente a un 21,6 % que asegura que no le afecta.
El 41,2 % indica «que la sociedad en general les hace sentir mal muchas o bastantes veces», y un 49 % asegura que la «diferencia entre lo que son y lo que esperan de ellos/as sus madres es grande o muy grande».
Mientras la generación anterior, «los millennial», soñaban con viajar eternamente y no trabajar, estos jóvenes ven en el empleo una fuente de seguridad para enfrentar un mundo lleno de incertidumbres, concluye el estudio.
El dolor por la precariedad
El 52 % considera que trabajar en algo que les guste es uno de los factores que más positivamente afecta a su salud emocional y estiman importante «la conciliación de la vida laboral y personal».
Comentan su preocupación por «la precaridad, que les impide económicamente hacer una vida independiente y es una fuente de energía negativa» (34,9 % de encuestados).
Según el investigador, «el impacto» de esa situación laboral y económica «es bastante doloroso» y sale cuando hablan de su salud emocional.
«La mayoría quiere comprar un casa pero son conscientes de que no se la van a poder comprar nunca», al tiempo que les gustaría tener más hijos, pero 46,4 % no se ve con hijos en el futuro, ha añadido.
«Las personas jóvenes hablan sin filtro y con naturalidad sobre sus problemas de salud mental», según estima casi un 58 % de los preguntados y un 31,7 % declara haber pedido apoyo para tratar problemas de salud mental.
Además, un 63 % cree que temas como la igualdad de género o el clima mejorarían con su generación en el poder. EFE