Vitoria (EFE).- El 13 % de las familias de Euskadi no gana lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas a pesar de tener un empleo y este porcentaje se eleva al 15,9 % para aquellas familias que tienen algún hijo a su cargo.
Son datos del estudio ‘Cuentas que no salen. Radiografía de la pobreza laboral en los hogares de España’ publicado este miércoles por Save the Children, que analiza con datos oficiales la relación entre la situación de pobreza y el empleo en Euskadi.
La pobreza laboral se agrava en los hogares monoparentales, ya que 4 de cada 10 están en esta situación. En el caso de las familias numerosas (con 3 o más menores) este tipo de pobreza llega al 12,1 %; si la familia la forman dos adultos y un menor el porcentaje es del 7,1 % pero si los menores son dos sube al 11,2 %.
El informe señala que esta situación se explica parcialmente por la «creciente precarización» del trabajo: jornadas de pocas horas, empleos de corta duración y «un tejido productivo que fomenta los empleos de bajos salarios por hora».
El perfil de la pobreza laboral en hogares vascos con menores es el de una mujer, migrante y autónoma. Así, esta situación la sufren el 16,3 % las mujeres frente al 15,5 % de los hombres (debido en parte a su mayor parcialidad en el trabajo), y el 25,9 % de los autónomos frente al 14,9 % de los asalariados.
A menor cualificación mayor pobreza
Además, el porcentaje de pobreza laboral se sitúa en el 10,8 % entre la población autóctona, pero sube al 18,6 % en el caso de extranjeros europeos y se dispara hasta el 67,2 % para los que son fuera de la UE. El documento apunta en este sentido que la falta de homologación de títulos imposibilita a estas personas acceder a trabajos de cualificación superior.
De hecho, la pobreza laboral en los hogares con hijos e hijas se concentra en los sectores con menor cualificación: afecta al 45,6 % de familias que dependen de adultos con educación primaria e inferior, al 28,9 % de los que cursaron secundaria y al 10,6 % de quienes poseen grados y posgrado.
Como consecuencia de ello, más de 4 de cada 10 trabajadoras del hogar con hijos están en situación de pobreza laboral, casi 1 de cada 2 trabajadores de hostelería y más de 4 de cada 10 trabajadores de construcción.
El informe analiza las prestaciones sociales existentes en Euskadi como la RGI y el IMV y critica que no tengan «perspectiva de infancia» y por tanto no tengan en cuenta los menores a cargo a la hora de diseñar su cuantía. «Se debería caminar hacia la gestión conjunta de ambas ayudas, con los mismos parámetros para evitar desajustes», así como «avanzar hacia la reducción de trámites» y una ventanilla única, recomienda el informe.
Alerta de que hay «barreras» para pedir estas ayudas como la «brecha digital», el desconocimiento de su existencia, la falta de documentación para optar a ellas y unos tramites «excesivamente largos que incrementan la problemática de falta de ingresos».
Se piden ayudas a la crianza hasta los 18 años
Se valora por otro lado las ayudas universales para la crianza hasta los 3 años y hasta los 7 si hay más de un hijo. No obstante, se propone ampliarlas hasta los 18 años y adaptarlas «al coste real de la crianza».
El informe también aboga por incrementar las cuantías del Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI) en las franjas de edad de mayor con mayor coste de crianza, sobre todo entre los 13 y 17 años, que es el tramo de edad más costoso.
Asimismo, recuerda que el coste de vida en Euskadi es superior a la media nacional y defiende «revisar las cantidades del SMI» al nivel de vida vasco para que sea «adecuado al coste de vida y la crianza».
Aunque se destaca los programas y ayudas vascas para la formación y fomento de la contratación, se lamenta que «ninguna de estas políticas tiene un foco específico» en quienes tienen menores a cargo. «Se debería incluir ese condicionante y aumentar la cuantía de esta en base a este parámetro», añade.
El documento apuesta por más medidas de conciliación, como la gratuidad universal para la escolarización hasta los 3 años, los beneficios fiscales para empresas que la faciliten, crear servicios de cuidado a domicilio o espacios para que los niños sean atendidos cuando sus progenitores trabajen en horarios no convencionales, como fines de semana o noches y no haya red familiar. EFE