Santander (EFE).- El hombre acusado de prender fuego de forma intencionada en un local comercial suyo en el bajo de un edificio de Santoña, lo que obligó a evacuar a una treintena de vecinos del inmueble y afectó a varios coches, ha reconocido los hechos y ha aceptado una pena de ocho años de prisión.
La Fiscalía, la defensa del acusado y las acusaciones particulares han alcanzado un acuerdo de conformidad antes de la celebración del juicio, fijado para este lunes en el Juzgado de lo Penal número 3 de Santander.
El ministerio público solicitaba once años de prisión por el delito de incendio y tres años por el de lesiones, así como el pago de una indemnización total de 183.600 euros, aunque tras el acuerdo se ha rebajado la petición de pena a ocho años de cárcel e incrementado la indemnización a más de 214.000 euros.
Los hechos, ocurridos en octubre de 2021, constituyen, a juicio de la Fiscalía, un delito de incendio con peligro para las personas, por el que solicita seis años, y un delito de lesiones con instrumento peligroso, por el que pide otros dos años.
El ministerio fiscal entiende que concurre la circunstancia atenuante de anomalía psíquica, pues el acusado padecía un trastorno de personalidad con alteración de comportamiento que afectaba levemente su capacidad volitiva, pero no así la intelectiva.
Resentimiento hacia sus vecinos
Según el escrito de acusación de la Fiscalía, aceptado por el acusado, este hombre actuó «movido por el resentimiento hacia sus vecinos y con pleno desprecio hacia sus vidas e integridades físicas» y «utilizó una llama viva para prender intencionadamente fuego a un local comercial doble del que era copropietario».
Actuó de madrugada y «a sabiendas de que las llamas se extenderían de forma incontrolada a todo el edificio, que no contaba con sistemas de alarma antiincendios, aceptando cualquier resultado por ser plenamente consciente del importante riesgo que así generaba».
Tras ello, echó a correr y abandonó la localidad de Santoña en un vehículo pero, en ese momento, pasaba por la calle un hombre conduciendo su coche con las ventanillas bajadas que se vio sorprendido y alcanzado por la onda expansiva.
Este transeúnte pudo reaccionar rápidamente y comenzó a dar gritos para despertar a los vecinos, les avisó a través de los telefonillos de las viviendas para que abandonaran el edificio y llamó a la Guardia Civil.
Pese al rápido aviso y a la pronta acción de los bomberos, las llamas envolvieron la fachada del edificio, lo que afectó a las plantas superiores al local y provocó la caída de revestimientos y la combustión del balcón del primer piso.
El fuego no llegó a entrar en el interior de las viviendas, pero el horizonte de humo abarcó toda la altura del edificio, generando la acción del acusado, según el ministerio público, «un evidente peligro» que obligó a desalojar a la treintena de vecinos que se encontraban en él y afectando a tres coches que estaban aparcados